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CAMBIO GLOBAL ESPAÑA 2020/50<br />
CAMBIO CLIMÁTICO Y SALUD<br />
zoonosis habitual en diferentes masas<br />
selváticas tropicales, que tiene en los<br />
primates allí existentes a sus<br />
principales reservorios. Sin embargo,<br />
la alteración de estos ambientes por<br />
parte del ser humano (deforestación,<br />
desarrollo urbanístico colindante,<br />
aprovechamiento hídrico abusivo, etc.)<br />
ha propiciado la aparición de cepas de<br />
los vectores de la enfermedad que<br />
exhiben comportamientos urbanitas,<br />
es decir, que no solo pueden<br />
completar su ciclo biológico<br />
aprovechando los biotopos hídricos<br />
derivados de la acción humana, sino<br />
que acaban presentando una clara<br />
predilección por ellos. En<br />
consecuencia, los ciclos selváticos o<br />
salvajes de la enfermedad, han pasado<br />
a ser en la actualidad también de tipo<br />
urbano, o lo que es lo mismo, la<br />
virosis ha pasado de ser una zoonosis<br />
casi exclusiva a ser una antroponosis<br />
de primer orden mundial. De todos<br />
modos, cabe mencionar que este<br />
cambio en la eco-epidemiologia de la<br />
enfermedad no puede basarse<br />
exclusivamente en la transformación<br />
ambiental humana, ya que la<br />
plasticidad bioecológica de los<br />
vectores es un factor crucial al<br />
respecto. Como ejemplo de esta<br />
situación podemos señalar la actual<br />
existencia de vectores urbanos de la<br />
enfermedad, como Aedes aegypti o<br />
Ae. albopictus, que destacan por su<br />
elevada flexibilidad ecológica (al<br />
ovipositar frecuentemente en<br />
recipientes domésticos como cubos,<br />
bidones, bebederos animales, etc.),<br />
mientras que otros vectores también<br />
sometidos a destacadas presiones<br />
antrópicas, como Aedes polynesiensis<br />
o Aedes scutellaris, siguen exhibiendo<br />
un comportamiento exclusivamente<br />
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agreste y, por tanto, quedan limitados<br />
en su distribución mayoritariamente a<br />
zonas rurales o salvajes. Pero además<br />
de esta flexibilidad ecológica, para la<br />
colonización de zonas de clima<br />
templado los vectores tropicales<br />
deben exhibir una plasticidad<br />
fisiológica que permita su hibernación<br />
(mecanismo quiescente inexistente en<br />
áreas tropicales). Esta capacidad<br />
hibernante es claramente mensurable<br />
en Ae. albopictus, cuya expansión por<br />
el continente europeo está siendo<br />
constante en los últimos años. En este<br />
sentido, pese a que esta limitación<br />
climática es el primordial escollo para<br />
la expansión en Europa del principal<br />
vector a nivel mundial del dengue, Ae.<br />
aegypti, el calentamiento global puede<br />
provocar que el viejo continente acabe<br />
siendo un territorio óptimo para la<br />
especie 7 .<br />
El período de incubación extrínseco (n)<br />
del virus del dengue en el mosquito es<br />
de doce días a 30 °C, pero si la<br />
temperatura se eleva, alcanzando los<br />
32-35 °C este período se reduce a tan<br />
solo siete días. Por tanto, cuanto<br />
menor sea el tiempo de incubación<br />
extrínseco, menos vectores se<br />
requerirán para poder iniciar un brote<br />
de transmisión. A 30 °C, un ser<br />
humano con dengue debe infectar a<br />
seis mosquitos para que se produzca<br />
un caso secundario, mientras que a 32-<br />
35 °C tan solo necesita infectar a dos<br />
mosquitos para que esto se produzca,<br />
con lo que se triplica la capacidad<br />
vectorial (C) del mosquito 8 .<br />
7. Bueno Marí R, Jiménez Peydró, R. ¿Pueden la malaria y el dengue reaparecer en España? Gac Sanit. 2010; 24 (Suppl 4): 347–53.<br />
8. Rogers DJ, Packer MJ. Vector-borne diseases, models and global climate change. Lancet. 1993; 342: 1282-4.