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ensayos_testimonios_y_re-visiones

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la totalidad debe <strong>re</strong>emplazar a la existencia de la sociedad<br />

como <strong>re</strong>giones o estructura de estructuras y, de otro lado,<br />

los objetos empírico-descriptibles deben al menos incorporar<br />

los objetos teóricos o sacrifi cados” 37 .<br />

Lo que Zavaleta Mercado está haciendo es <strong>re</strong>plantear los criterios que<br />

deben guiar el análisis de formaciones sociales, a dife<strong>re</strong>ncia de aquellos<br />

que operan en la media ideal. Así, mientras lo que Marx hizo en la media<br />

ideal fue “construir un modelo científi co del capitalismo que se basa en el<br />

aislamiento [<strong>re</strong>ducción epistemológica] de las <strong>re</strong>laciones de producción<br />

como estructura de la sociedad”, para aplicar a estas <strong>re</strong>laciones el “criterio<br />

científi co de la <strong>re</strong>iterabilidad”, y lograr “aquello que Lange llama ‘modelo<br />

de <strong>re</strong>gularidad’”, “a nosotros, en el análisis de una sociedad específi ca,<br />

nos cor<strong>re</strong>sponde ya explotar dicho modelo en un acto de <strong>re</strong>aglutinación<br />

o <strong>re</strong>composición” 38 . Entonces, mientras la perspectiva de la media ideal<br />

es estructural -en un sentido epistemológico, en principio, pero que con<br />

el marxismo estructuralista se volvió casi una tendencia ontológica– 39 , la<br />

del análisis de formaciones sociales en movimiento no podría serlo por<br />

una razón central: porque -como dice Antezana- “no se puede conocer<br />

a una sociedad conc<strong>re</strong>ta sin saber cómo y hasta dónde ella se conoce a sí<br />

misma”, o, en otras palabras, porque “[a] dife<strong>re</strong>ncia de las ciencias duras<br />

(‘exactas’), las ciencias sociales no pueden ignorar procesos de conocimiento<br />

en el interior de su objeto de estudio” 40 . Dicho zavaletianamente,<br />

el conocimiento social no puede <strong>re</strong>ducirse a la sola descripción estructural<br />

de la sociedad, porque tiene, además, que indagar, “en primer lugar, cómo<br />

fueron las cosas en sus contenidos complejos; [y] en segundo término, la<br />

manera en que fueron <strong>re</strong>conocidos o internalizados por las masas [y por<br />

la sociedad en general]” 41 . De ahí que el propio conocimiento colectivo<br />

(es decir, el de la propia sociedad sob<strong>re</strong> sí misma) se defi na como la<br />

“memoria organizada de la práctica”, el “depósito clasifi cado de prácticas<br />

pasadas”, o más exactamente, como “la <strong>re</strong>lación ent<strong>re</strong> memoria colectiva,<br />

37 Lo nacional-popular en Bolivia, p. 102 (subrayado nuestro).<br />

38 “Notas sob<strong>re</strong> la teoría marxista del Estado y las clases sociales y el problema de la<br />

subsunción en situaciones conc<strong>re</strong>tas” (texto inédito), 1981, pp. 2 y 8.<br />

39 Cf. E. P. Thompson, Miseria de la teoría, Barcelona, Editorial Crítica, 1981.<br />

40 Luis H. Antezana, La diversidad social en Zavaleta Mercado, pp. 20 y 71.<br />

41 Lo nacional-popular en Bolivia, p. 19.<br />

106 MAURICIO GIL Q.

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