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de su obra, se incorporaron las categorías más originales para hablar e<br />
indicar de la diversidad latinoamericana, aquella peculiar hechura boliviana<br />
de tensiones, múltiples estratifi caciones y exclusiones económicas,<br />
sociales, culturales y políticas, que se adjetivan como abigarradas; pero<br />
que también se sustantivaron mediante la categoría de “formación social<br />
abigarrada”.<br />
Si el abigarramiento alcanza a incluir la complejidad social con múltiples<br />
mecanismos de estratifi cación y procesos de inclusión-exclusión<br />
que derivan en la pauperización de ag<strong>re</strong>gados sociales y en los solitarios<br />
balances individuales del “ar<strong>re</strong>glarse la vida como se pueda” con identifi<br />
caciones colectivas contingentes (ni necesarias ni imposibles), entonces<br />
la categoría acuñada por ZM puede envolver los procesos sociales y políticos<br />
que c<strong>re</strong>cieron, se multiplicaron y se fragmentaron en la sociedad<br />
boliviana a partir de 1985, dando origen a movimientos sociales, las más<br />
de las veces transformados en organizaciones dentro del sistema político<br />
p<strong>re</strong>sidencial-parlamentario y pluripartidista 18 ; un sistema democrático<br />
que desde entonces dirimía la polisegmentación electoral a través de<br />
alianzas, coaliciones y concertaciones (de suma de minorías) partidarias,<br />
fórmula que pa<strong>re</strong>ciera haber encontrado su tope histórico en la contienda<br />
electoral del 2002. La <strong>re</strong>novación periódica del abanico partidario,<br />
acompasado por el ritmo de los procesos electorales desde el tránsito a<br />
la democracia en 1982, llevó a los especialistas a considerar una serie de<br />
facto<strong>re</strong>s que vinieron incidiendo en el debilitamiento del sistema de partidos<br />
en Bolivia. Sin embargo, lo que quizá habría de haberse caracterizado<br />
–aunque fuera de manera incipiente– era la inoperancia constitutiva de un<br />
sistema de partidos propenso a la autor<strong>re</strong>fe<strong>re</strong>ncialidad que poco a poco<br />
fue articulando la democratización formal boliviana con el <strong>re</strong>cambio eli-<br />
18 Sistema que si bien inició con una tendencia p<strong>re</strong>dominante al tripartidismo mediante<br />
el nucleamiento de las coaliciones ya fuera con el Movimiento Nacional Revolucionario<br />
(MNR, fundado en 1940), el otrora partido de oposición a las dictaduras de los<br />
setentas, el Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR, 1971) y la formación<br />
partidaria gestada al término de la dictadura de Hugo Bánzer (1971-1978), Acción<br />
Democrática Nacionalista (ADN) y una plétora de organizaciones que han ocupado<br />
la escena política por periodos cortos, hasta la paradigmática incursión de una <strong>re</strong>d<br />
de organismos y agrupaciones diversas ent<strong>re</strong> las que destacan el nuevo abanico<br />
partidario de origen popular, campesino, indígena, etc. –para evitar mencionar otras<br />
exp<strong>re</strong>siones– surgidas tras las elecciones del 2002, con el Movimiento Indígena<br />
Pachakuti (MIP) y el Movimiento al Socialismo (MAS) y que constituyen un escenario<br />
complejo al cual no puedo <strong>re</strong>ferirme aquí, no obstante su importancia central<br />
en cualquier interp<strong>re</strong>tación del ciclo político latinoamericano de la primera década<br />
del siglo XXI.<br />
ZAVALETA REVISITADO “…QUE VEINTE AÑOS NO SON NADA”<br />
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