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ensayos_testimonios_y_re-visiones

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dicales y políticas, etc. La obvia contrapartida ha sido la <strong>re</strong>ducción de<br />

la acumulación productiva y el aumento del despilfarro, generando así<br />

estancamiento económico y una todavía peor distribución del ing<strong>re</strong>so,<br />

tanto a nivel interno como internacional. El esquema favo<strong>re</strong>ce al capital<br />

especulativo y de préstamo, dañando seriamente tanto al capital industrial<br />

como al trabajo asalariado. Y si pudo encontrar cierta justifi cación en tanto<br />

el sistema necesitaba <strong>re</strong>defi nir hacia arriba su tasa de plusvalía, como<br />

no es capaz de incentivar la acumulación y la expansión de las fuerzas<br />

productivas, una vez logrado su propósito básico, pierde necesidad y<br />

debe ser <strong>re</strong>emplazado. Incluso, en benefi cio del mismo capitalismo. En<br />

otras palabras, al comenzar el siglo XXI podemos ya sostener que esta<br />

modalidad del capital ha dejado de ser necesaria y, por lo mismo, emerge<br />

la exigencia objetiva de sustituirla. Lo cual, si se va a materializar, exige<br />

la cor<strong>re</strong>spondiente mediación del factor subjetivo.<br />

294 JOSÉ VALENZUELA FEIJÓO<br />

— XI —<br />

¿Por qué <strong>re</strong>cuperar cierto pensamiento fi losófi co, es decir, ciertas<br />

ideas, principios, formas de visualizar al mundo?<br />

Si aceptamos que las ideas no valen por sí mismas sino por las <strong>re</strong>alidades<br />

que <strong>re</strong>cogen o proyectan, es en este mundo –el de hoy– donde<br />

debemos encontrar la <strong>re</strong>spuesta. Y ésta, en el espacio discursivo, no es<br />

complicada. Partimos de dos constataciones. Una: este mundo me<strong>re</strong>ce<br />

ser sepultado, no es bueno para el ser humano. Dos: por ahora, no hay<br />

fuerzas capaces de transformarlo. Ent<strong>re</strong> otras causas, porque los agentes<br />

potenciales del cambio están ideológicamente desarmados. Ha penetrado<br />

en ellos la ideología del poder dominante y, por lo mismo, funcionan<br />

hoy con una conciencia alienada. En esta conciencia nada hay que pueda<br />

cristalizar en un mundo nuevo: sólo desesperanza, algún hastío. O bien<br />

hipoc<strong>re</strong>sía, rast<strong>re</strong>ros intentos de acomodo. El mundo, para ella, pa<strong>re</strong>ce<br />

haber perdido su “dynamis” aunque, si bien nos fi jamos, ni siquiera se<br />

alcanza a ver el mundo 91 . Hay dramas, hay heridas, hay una inhumanidad<br />

91 Que Fernando Pessoa, amén de poeta genial fue un ser desorbitado, desintegrado (no<br />

sólo en sus heterónimos) y, como <strong>re</strong>gla, muy <strong>re</strong>accionario, pa<strong>re</strong>ce difícil de discutir.<br />

En versos que él mismo señala como claves, el gran lusitano escribía “que no hay un<br />

todo al que esto pertenezca, /que un conjunto <strong>re</strong>al y verdadero/ es una enfermedad<br />

de nuestras ideas. / La Naturaleza es partes sin un todo”. El mundo, entonces, no<br />

son sino fragmentos. No hay un todo inteligible y que le otorgue sentido a las partes.<br />

Más aún, el afán de pensar este mundo es absurdo. Por ello, el poeta, a veces envidia

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