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cierto– el paralelismo ent<strong>re</strong> Felipe Delgado y ZM se diría que, en ambos<br />
casos, la guerra –o su víspera– contextualiza una transformación: subjetiva,<br />
en el caso de Delgado, intersubjetiva, en el caso de ZM y su “multitud<br />
del ‘52”. Por otro lado, volviendo a la novela, ese periodo le sirve a Saenz<br />
para “fi jar”, si se puede decir, la ciudad de La Paz, que ha construido a lo<br />
largo de toda su obra y que se arquetifi ca en Felipe Delgado. He usado<br />
“fi jar” a propósito porque, teniendo en cuenta la posterior desaparición de<br />
Delgado, después, La Paz de Saenz ya no sería la misma, es decir, como<br />
el personaje, también desapa<strong>re</strong>cería y se transformaría. Esta posibilidad<br />
se puede leer de dos maneras: una, más conservadora, diría que, en ese<br />
periodo, desapa<strong>re</strong>ce La Paz que Saenz añora: desapa<strong>re</strong>ce la bodega de<br />
Ordóñez, ha muerto Ramona Escalera, Delgado ha alcanzado los límites<br />
del alcohol. Otra, más simbólica, diría, en términos seanzeanos, que ambos<br />
–personaje y ciudad– devienen fi nalmente aparapitas. En todo caso,<br />
el periodo, articulado con la ciudad y el personaje, suponen procesos de<br />
transformación. El vínculo con ZM sería no tanto la ciudad y su posible<br />
mutación sino, <strong>re</strong>itero, el periodo y las transformaciones que ahí se juegan,<br />
subjetivas en un caso, intersubjetivas en el otro.<br />
Por supuesto, no podemos forzar el paralelismo tanto como para simbolizar,<br />
por ejemplo, que la transformación y desaparición de Delgado<br />
connotan los efectos de la (futura) Guerra del Chaco. Ese simbolismo<br />
permitiría anudar aún más Felipe Delgado con ZM, pero sería un exceso<br />
de sob<strong>re</strong>interp<strong>re</strong>tación, altamente inmotivado. Hay una distancia<br />
casi abismal ent<strong>re</strong> la problemática subjetiva de Delgado y el tema de la<br />
constitución intersubjetiva de ZM.<br />
— III —<br />
Dije “casi abismal” porque hay un matiz, en la búsqueda de Delgado,<br />
que podría aproximarla a la intersubjetividad zavaletiana. Es un matiz<br />
de entorno. Aprovechemos una de nuestras indicaciones –La montaña<br />
mágica de Mann– para marcar el entorno de la búsqueda de Delgado.<br />
Hans Castorp <strong>re</strong>aliza su búsqueda acompañado por una elite de pensado<strong>re</strong>s,<br />
ca<strong>re</strong>ntes, además, de necesidades económicas. En cambio, Delgado<br />
<strong>re</strong>aliza su búsqueda alcohólica en las zonas más marginales de su<br />
La Paz, notablemente en la bodega de Ordóñez, <strong>re</strong>fugio de todo tipo<br />
de descastados y, sob<strong>re</strong> todo, <strong>re</strong>fugio de los aparapitas. Jugando con la<br />
terminología técnica, Castorp transita ent<strong>re</strong> una alta burguesía, mientras<br />
ZAVALETA LEYENDO FELIPE DELGADO<br />
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