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olvida (véase Scott, 2000 [1990]). Al comenzar el capítulo sexto de La<br />
formación de la conciencia nacional, dedicado al momento decadente<br />
de la oligarquía, en alusión a “la frustración” y consecuentemente a la<br />
compensación, ZM logró dibujar el paisaje urbano y el ambiente cultural<br />
de la posguerra (además de que con ello participó de la narrativa literaria<br />
boliviana que capturaba esos sentidos e imágenes sociales) cuando<br />
describe las <strong>re</strong>acciones posterio<strong>re</strong>s como “negación” por parte de los<br />
ofi ciales del ejército boliviano, vituperados como “pierdeguerras”, la<br />
cual “devuelve las inculpaciones negando el poder civil, que era de las<br />
oligarquías” (p. 115).<br />
Un tercer elemento sociológico (espacial) sería aquel por el que la<br />
ciudad pasa a ocupar su lugar eminentemente moderno como “espacio<br />
público”. Las ciudades, principalmente La Paz, invierten su posición<br />
subordinada f<strong>re</strong>nte a otro tipo de construcción espacial, como la del eje<br />
económico minero-exportador. ZM enfoca esa nueva constitución espacial<br />
vía desplazamiento diciendo: “[L]a ira de las ciudades se convirtió<br />
en la práctica de las inquisiciones económicas, de la vigilancia política<br />
y de las exégesis sociales” (p. 115). Asimismo ZM otorga ese rasgo eminentemente<br />
moderno y políticamente sintetizado en las prácticas de afi rmación<br />
del “de<strong>re</strong>cho a la ciudad” (usando la conocida fórmula de Henri<br />
Lefebv<strong>re</strong>) cuando sigue uno a uno los pasos y acciones desplegadas por la<br />
<strong>re</strong>volución nacionalista y la lógica espacial de su movimiento (impulsado<br />
por el MNR y sus letrados; los mineros y otros grupos subalternos autoidentifi<br />
cados en la canción “emenerrista” como “hordas que no se lavan”<br />
(p. 127) 10 . Las acciones del nacionalismo <strong>re</strong>volucionario se aglutinaron<br />
prácticamente dentro de lo que se llama una “política espacial” (otra vez,<br />
empleo la matriz lefebvriana), primero en la modalidad de “táctica de<br />
ocupación territorial”, ent<strong>re</strong> 1949-1951, y mediante la vía electoral, que<br />
fracasa al haber obtenido sólo triunfos electorales parciales, mas no de<br />
alcance nacional, en distritos mineros <strong>re</strong>motos y departamentos del país,<br />
en el contexto de la democracia <strong>re</strong>stringida y “huayra-leva” 11 ; después,<br />
10 Luis H. Antezana cita este frase de ZM en su inte<strong>re</strong>sante prólogo a Literatura contemporánea<br />
y grotesco en Bolivia de Javier Sanjinés (véase Antezana, 1992:17).<br />
11 Además de haber empleado esta palabra híbrida quechua y español en el libro que<br />
seguimos (Zavaleta, p. 115), en “Las masas en noviemb<strong>re</strong>” explica el uso de “democracia<br />
huayra-leva” democracia <strong>re</strong>stringida p<strong>re</strong> ‘52 aclarando su sentido “Criollismo,<br />
utilizado en el diario La Calle [órgano del MNR], ridiculiza aquella democracia<br />
<strong>re</strong>stringida a la órbita de los caballeros. Huayraleva: leva al viento (…)” (Zavaleta,<br />
1983:42 y n. p.); en tanto, Montenegro y Céspedes, ent<strong>re</strong> otros, <strong>re</strong>currieron a tal<br />
198 MAYA AGUILUZ IBARGÜEN