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38 RENÉ ZAVALETA MERCADO<br />
— III —<br />
De aquí proviene la validez sólo <strong>re</strong>lativa de los modelos en el estudio<br />
de la política, incluyendo el bonapartismo. Lo <strong>re</strong>conoció el propio<br />
Lenin:<br />
“¿Hay leyes que se <strong>re</strong>fi eran a la <strong>re</strong>volución y no tengan excepciones?<br />
La contestación hubiera sido no, no existen tales<br />
leyes. Estas leyes se <strong>re</strong>fi e<strong>re</strong>n tan sólo a lo que Marx llamó<br />
una vez ideal en el sentido de capitalista medio, normal,<br />
típico”. (4)<br />
Típico, normal, medio, ideal. Adjetivos que <strong>re</strong>velan un marco constante<br />
que no puede <strong>re</strong>ferirse sino a la matriz científi ca o modelo de <strong>re</strong>gularidad.<br />
Pero como la <strong>re</strong>volución es la catástrofe generalizada de la<br />
supe<strong>re</strong>structura y se mueve en la diversidad específi ca y no en la media<br />
ideal, no caben para ella, ni para nada de la política, leyes herméticas.<br />
¿Por qué se ha dicho, en efecto, que la táctica es la historia que puede<br />
fracasar? Por las mismas razones por las que Marx indicó que la insur<strong>re</strong>cción<br />
es un arte; porque todo esto se <strong>re</strong>fi e<strong>re</strong> a la evaluación de un ámbito<br />
que no es cognoscible con la “exactitud propia de las ciencias naturales”,<br />
o lo que Gramsci llamaría la autonomía de lo político.<br />
Si excluimos como consecuencia la validez integral de los paradigmas<br />
supe<strong>re</strong>structurales, podemos extraer, sin embargo, provechosas lecciones<br />
del discurso marxista sob<strong>re</strong> el bonapartismo. Por ejemplo, nos pa<strong>re</strong>ce<br />
de una gran riqueza la aproximación que se hace al <strong>re</strong>mate carismático<br />
del poder, es decir, a su conclusión personalizada. La mayor parte de los<br />
análisis sob<strong>re</strong> el fenómeno carismático lo han vinculado, Weber incluso,<br />
a la función de la personalidad en la historia, es decir, a una cierta visión<br />
heroica de la misma. Marx da, en cambio, una mayor importancia a la avidez<br />
social de lo autoritario, que hace del <strong>re</strong>mate personalizado del mando<br />
una circunstancia que está deseada en lo p<strong>re</strong>vio por grandes secto<strong>re</strong>s de<br />
lo colectivo. Podemos hablar, entonces, del carácter colectivo de ciertos<br />
momentos hacia la acepción carismática.<br />
Otras observaciones son no menos enjundiosas como la continua alusión,<br />
sarcástica pero atenta, a la sucesión de golpes de mano o golpe de<br />
Estado permanente y capilar con que Bonaparte se hace del poder total.<br />
La vía fraudulenta de composición de la legitimación exp<strong>re</strong>sa también<br />
una coyuntura de <strong>re</strong>cepción. La convalidación no racionalmente verifi cable<br />
de la formulación del poder está, sin duda, lejos de ser una cuestión