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ensayos_testimonios_y_re-visiones

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de estos dos polos, los cuales no suelen ser equipotenciales. O sea, su<br />

incidencia o poder de determinación es desigual. Por ello, en el seno de<br />

una contradicción dada, se distinguen su aspecto o posición dominante<br />

y su aspecto o posición subordinada. Estas, <strong>re</strong>calquemos, son posiciones<br />

que existen en el seno de la contradicción y que son ocupadas por<br />

los <strong>re</strong>spectivos opuestos. Por eso, del opuesto o contrario que ocupa la<br />

posición dominante, decimos que funciona como opuesto dominante.<br />

Y del que ocupa la posición subordinada, decimos que funciona como<br />

opuesto subordinado.<br />

Las contradicciones se mueven. Es decir, despliegan una dinámica<br />

determinada. En ella, se pueden distinguir t<strong>re</strong>s momentos fundamentales,<br />

los cuales van marcando el desplazamiento posicional de los opuestos:<br />

a) la fase en que el opuesto digamos A, ocupa el papel dominante; b) la<br />

fase en que tiene lugar un <strong>re</strong>lativo y momentáneo equilibrio de fuerzas<br />

ent<strong>re</strong> el opuesto A y el opuesto B; c) una tercera fase en que el opuesto B<br />

es el que ocupa la posición dominante y, en consecuencia, el opuesto A<br />

se transforma en aspecto subordinado. En suma, tenemos dos opuestos y<br />

dos posiciones. Luego, sostenemos, la dinámica particular de cada contradicción<br />

viene dada por el desplazamiento posicional de los contrarios<br />

u opuestos.<br />

En cada contradicción particular podemos hablar de lo que es su confi<br />

guración “normal” o “clásica”. Si se quie<strong>re</strong>, de su “forma adecuada”.<br />

Lo cual signifi ca identifi car aquél aspecto o contrario que, en condiciones<br />

“normales”, debe jugar como aspecto dominante. Lo cual también signifi<br />

ca identifi car al otro aspecto en su papel “subordinado”. Si, por ejemplo,<br />

el todo a examinar fuera la formación social capitalista, diríamos que lo<br />

“normal” es encontrar al polo del capital en calidad de aspecto dominante<br />

y al polo del trabajo asalariado en calidad de aspecto subordinado. Consecutivamente,<br />

cuando el aspecto “normalmente subordinado” se desplaza<br />

y pasa a ocupar el papel de aspecto dominante, podemos hablar de una<br />

crisis estructural mayor. Es decir, la contradicción estaría en vías de <strong>re</strong>solverse<br />

y de desapa<strong>re</strong>cer. Por lo menos, se abriría esta posibilidad como<br />

una opción <strong>re</strong>al. En nuestro ejemplo, el dominio del trabajo asalariado,<br />

si se fi niquita, debe provocar la quiebra fi nal del capitalismo. O sea, la<br />

desaparición de la contradicción de marras, lo que también implica la<br />

disolución del trabajo asalariado per se. Aunque este desenlace no es<br />

fatal: en ocasiones, por decirlo de alguna manera, la contradicción no<br />

se <strong>re</strong>suelve en ese sentido sino que tiene lugar una <strong>re</strong>composición de la<br />

contradicción, o sea, una vuelta a su confi guración normal.<br />

270 JOSÉ VALENZUELA FEIJÓO

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