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SALIR de la POBREZA - Observatorio de la Cooperación ...

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Alejarse <strong>de</strong> <strong>la</strong> pobreza: remesas, medios <strong>de</strong> subsistencia y progreso 311<br />

<strong>la</strong> migración sobre <strong>la</strong> pobreza parece ser re<strong>la</strong>tivamente pequeño (Adams y Page 2005;<br />

Docquier y Rapoport 2006). A<strong>de</strong>más, <strong>la</strong> pobreza extrema no se ve afectada, aparentemente<br />

porque <strong>la</strong>s familias muy pobres no pue<strong>de</strong>n asumir los costos <strong>de</strong> enviar a sus<br />

miembros al exterior y, por consiguiente, no se benefician <strong>de</strong> remesas. La investigación<br />

sobre el impacto <strong>de</strong> <strong>la</strong>s remesas y <strong>la</strong> migración sobre <strong>la</strong> <strong>de</strong>sigualdad en el país <strong>de</strong> origen<br />

ha dado resultados mixtos. Las conclusiones parecen ser específicas a <strong>la</strong> situación, <strong>de</strong><br />

modo que algunas naciones exhiben un empeoramiento en <strong>la</strong> distribución <strong>de</strong> ingresos<br />

y otras presentan <strong>la</strong> ten<strong>de</strong>ncia contraria (López-Córdova y Olmedo 2006).<br />

Aunque el impacto sobre <strong>la</strong> pobreza por ingresos pue<strong>de</strong> ser variable, el proceso <strong>de</strong><br />

migración y <strong>la</strong>s remesas asociadas c<strong>la</strong>ramente han tenido otros impactos en los medios<br />

<strong>de</strong> subsistencia, por ejemplo fortaleciendo el capital humano y compensando los déficits<br />

<strong>de</strong> bienestar. En México, se encontró que el alfabetismo entre los niños con eda<strong>de</strong>s<br />

entre 6 y 14 años mejoró significativamente entre <strong>la</strong>s familias que recibieron niveles<br />

<strong>de</strong> remesas más altos, mientras que los niveles <strong>de</strong> asistencia esco<strong>la</strong>r mejoraron para<br />

aquellos con eda<strong>de</strong>s entre 13 y 15 años, especialmente entre <strong>la</strong>s niñas (López-Córdova<br />

y Olmedo 2006). En El Salvador, incluso remesas mo<strong>de</strong>stas redujeron drásticamente <strong>la</strong><br />

probabilidad <strong>de</strong> que los niños <strong>de</strong> una familia <strong>de</strong>sertaran <strong>de</strong> <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> (ids 2006). Las<br />

remesas también son muy importantes para cubrir los gastos <strong>de</strong> salud que se pagan<br />

en efectivo, los cuales representan entre 75% y 90% <strong>de</strong>l total en costos <strong>de</strong> salud en que<br />

incurren <strong>la</strong>s personas en América Latina (comparados con menos <strong>de</strong> 40% en los países<br />

industrializados). También se encontró que los gastos en salud financiados por remesas<br />

al igual que el conocimiento adquirido a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> migración reducen <strong>la</strong>s tasas <strong>de</strong><br />

mortalidad infantil y mejoran el peso al nacer entre los niños mexicanos. A<strong>de</strong>más,<br />

los ingresos adicionales permiten que algunas madres permanezcan en casa y cui<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong> sus hijos, sin tener que trabajar fuera <strong>de</strong>l hogar (López-Córdova y Olmedo 2006).<br />

Por su propia naturaleza, <strong>la</strong>s remesas son transferencias privadas fuera <strong>de</strong>l control<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> legis<strong>la</strong>ción <strong>de</strong>l gobierno. En muchos casos, <strong>la</strong>s remesas sustituyen los sa<strong>la</strong>rios y<br />

son una l<strong>la</strong>ve para el sostenimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia, representando <strong>la</strong> mitad o más <strong>de</strong>l<br />

ingreso <strong>de</strong>l hogar. Por tanto, cuando <strong>la</strong>s familias gastan <strong>la</strong>s remesas, <strong>la</strong>s necesida<strong>de</strong>s<br />

<strong>de</strong> supervivencia inmediata tienen prioridad, con alguna preocupación acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

inversión en capital humano a mediano p<strong>la</strong>zo en educación y salud. Si incluimos <strong>la</strong>s<br />

sumas invertidas en propiedad raíz, bienes para el consumidor y pago <strong>de</strong> <strong>de</strong>udas, es<br />

cuestionable cuánto dinero realmente va para activida<strong>de</strong>s más “productivas”. Como<br />

máximo, esto podría ascen<strong>de</strong>r a 5% <strong>de</strong>l total. Por consiguiente, incluso <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mediados<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> década <strong>de</strong> 1990, “hubo un consenso re<strong>la</strong>tivo alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s conclusiones <strong>de</strong> que<br />

<strong>la</strong>s remesas familiares representaron ingresos que se gastaron principalmente en costos<br />

recurrentes, que <strong>de</strong>jaban poco para ahorrar o invertir y que podrían existir límites<br />

estructurales que crearon <strong>de</strong>sincentivos para <strong>la</strong> inversión” (Goldring 2004, 833).<br />

Algunos observadores consi<strong>de</strong>ran que esta necesidad no conduce a conclusiones<br />

pesimistas en re<strong>la</strong>ción con el uso productivo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s remesas. Orozco (2005, 171) anota

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