Diccionario de Símbolos - Juan Eduardo Cirlot
Desde los egipcios, la simbología ha sido la gran ciencia de la antigüedad. En Oriente ha perdurado sin interrupción hasta ya entrado el siglo XX y en Occidente inspiró todo el arte medieval y, en gran medida, el renacentista y barroco, hasta que el descubrimiento del «Inconsciente» volvió a recuperar los símbolos en ámbitos y maneras muy distintos. Este Diccionario de símbolos es la versión última y definitiva de la obra en prosa más importante del poeta y crítico de arte Juan Eduardo Cirlot. Publicado por primera vez en 1958 con el título Diccionario de símbolos tradicionales, fue traducido al inglés en 1962. Cirlot continuó elaborando nuevas voces y artículos que introdujo en la segunda edición castellana de 1969 y en la segunda edición inglesa y americana de 1971. En esta edición se han incluido nuevas voces, hasta el momento sólo publicadas en inglés, así como el artículo «Simbolismo fonético», último ámbito del estudio simbológico de Cirlot, recuperado de su publicación en prensa. En el epílogo, Victoria Cirlot sitúa en la vida de su padre la construcción de esta obra siempre en expansión y la relaciona con la poesía y la crítica de arte. También muestra el interés de Cirlot por la simbología a partir de los años cincuenta, cuando conoce en Barcelona al musicólogo y antropólogo Marius Schneider, aportando documentos inéditos, como por ejemplo la carta a André Breton en la que se relata el sueño aludido en la voz «Cicatrices».
Desde los egipcios, la simbología ha sido la gran ciencia de la antigüedad. En Oriente ha perdurado sin interrupción hasta ya entrado el siglo XX y en Occidente inspiró todo el arte medieval y, en gran medida, el renacentista y barroco, hasta que el descubrimiento del «Inconsciente» volvió a recuperar los símbolos en ámbitos y maneras muy distintos. Este Diccionario de símbolos es la versión última y definitiva de la obra en prosa más importante del poeta y crítico de arte Juan Eduardo Cirlot. Publicado por primera vez en 1958 con el título Diccionario de símbolos tradicionales, fue traducido al inglés en 1962. Cirlot continuó elaborando nuevas voces y artículos que introdujo en la segunda edición castellana de 1969 y en la segunda edición inglesa y americana de 1971. En esta edición se han incluido nuevas voces, hasta el momento sólo publicadas en inglés, así como el artículo «Simbolismo fonético», último ámbito del estudio simbológico de Cirlot, recuperado de su publicación en prensa. En el epílogo, Victoria Cirlot sitúa en la vida de su padre la construcción de esta obra siempre en expansión y la relaciona con la poesía y la crítica de arte. También muestra el interés de Cirlot por la simbología a partir de los años cincuenta, cuando conoce en Barcelona al musicólogo y antropólogo Marius Schneider, aportando documentos inéditos, como por ejemplo la carta a André Breton en la que se relata el sueño aludido en la voz «Cicatrices».
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
292 Maíz
Maíz
Uno de los ocho emblemas corrientes chinos. Simboliza la prosperidad
y es muy utilizado en el arte ornam ental (5). Casi todos los granos tienen
el m ismo sentido y son representaciones esperm áticas. Volviendo al maíz,
los peruanos visualizan la idea de fertilidad por m edio de una figura que
ejecutan con tallos de esa planta, en form a de m ujer, y a la cual denominan
la «m adre del maíz» (17).
Makara
M onstruo m ítico de la India, partes de cuyo cuerpo proceden del pez y
del cocodrilo. Aparece tam bién en el arte ornam ental de los pueblos de
Indonesia.
Manchas
El simbolismo de las m anchas, como el de los desconchados de los m u
ros, que im presionaron a Piero de Cosimo y Leonardo de Vinci, integra el
simbolismo de la form a de tales m anchas y el de la textura o m atèria. Tiene
relación con el de las nubes, en cuanto am bas generan figuras ilusorias que
pueden ser identificadas por procesos de interpretación análogos. Prueba
de ello la hay en el test de Rorschach. Con frecuencia, las m anchas están
asociadas al paso del tiempo, aluden así a las ideas del transcurso y de la
m uerte. De otro lado, las manchas, decoloraciones e imperfecciones de todo
género pueden adscribirse al simbolismo de lo anorm al, pues, según los alquim
istas, esas «enfermedades» de los objetos o m aterias constituyen la
auténtica «prim era materia», la base para la preparación del oro filosófico
(evolución espiritual). El Rosarium Philosophorum dice: «Nuestro oro no es
el oro común. Tú, sin embargo, has dem andado al verde, suponiendo que el
m ineral sea un cuerpo leproso a consecuencia del verde que m uestra en sí.
Por esta razón te digo que lo de perfecto en el m ineral es solamente ese
verde, porque bien pronto se verá transform ado m ediante nuestro magisterio
en el oro m ás verdadero». Este sim bolism o se relaciona con la frase de
Nietzsche, en Asi hablaba Zaratustra, «Desde lo más bajo ha de alcanzar
su ápice lo m ás alto» (32).
Mandala
Este térm ino hindú significa círculo. Son una form a de yantra (instrumento,
medio, emblema), diagram as geométricos rituales, algunos de los
cuales se hallan en concreta correspondencia con un atributo divino determ
inado o una form a de encantam iento ( m antra) de la que vienen a ser la
cristalización visual (6). Según Sch. Cammann, fueron introducidos en el
Tíbet desde la India p o r el gran guru Padm a Sambhava (siglo vili a. de J. C ).
Se encuentran en todo Oriente, siempre con la finalidad de servir como instrum
entos de contem plación y concentración (como ayuda para precipitar
ciertos estados m entales y para ayudar al espíritu a dar ciertos avances en
su evolución, desde lo biológico a lo geométrico, desde el reino de las form as
corpóreas a lo espiritual). Según Heinrich Zimmer, no sólo se pintan o dibujan,
sino que tam bién se construyen tridim ensionalm ente en ciertas festividades.
Lingdam Gomchen, del convento lam aísta de Bhutia Busty, explicó
a Cari Gustav Jung el m andala como «una imagen m ental que puede ser
constituida, m ediante la imaginación, sólo por un lam a instruido». Afirmó
que «ningún m andala es igual a otro»; todos son diferentes, pues exponen