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Pensamiento boliviano

El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...

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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />

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El trasfondo ideológico<br />

Muchos devaneos mentales y muchas discusiones bizantinas se ahorrarían los admiradores del<br />

Che, si frenaran un poco sus exageraciones sentimentales y asumieran conciencia y consecuencia<br />

de que en el Che, tras el hombre de acción y de combate y sosteniendo la vitalidad de éste,<br />

estuvo el hombre de estudio y especialmente el estudioso del marxismo-leninismo.<br />

No sé el momento en que el Che había consolidado, por decirlo así, su posición marxista.<br />

Pero debió ser muy temprano y, desde luego, cuando se incorporó en la lucha por<br />

la libertad de Cuba ya llevaba el bagaje ideológico del marxismo. Así lo dejó ver cuando<br />

en su última carta de despedida dirigida a sus padres evocó la anterior (la de hace diez<br />

años) y dijo: “Nada ha cambiado en esencia, salvo que soy mucho más consiente, mi marxismo<br />

está enraizado y depurado” (II, 693). Esto de marxismo depurado” hace entrever<br />

que el Che era autocráticamente consciente de que hubo momentos en que su marxismo<br />

estaba seguramente contaminado de elementos extraños cuyo descubrimiento no interesa<br />

en este momento.<br />

Lo que me interesa destacar aquí es más bien la forma generalmente antidogmática, con<br />

que el Che hizo uso de ese método universal, aplicándolo a las condiciones peculiares de la revolución<br />

cubana y latinoamericana.<br />

El Che tomó a su cargo en Cuba, la que seguramente es la tarea más importante: la organización<br />

de la economía. Presumo que una tarea de esta clase no se cumple con meras intuiciones<br />

ni con el tozudo asimiento a fórmulas y recetas supuestamente infalibles. Y aunque la<br />

Revolución Cubana contaba ya con la experiencia de revoluciones anteriores (cosa que el Che<br />

y Fidel mismo lo ha recordado varias veces), eso no significaba que podían trasladarse mecánicamente<br />

las soluciones de un país a otro. Se requiere creatividad, estudio, audacia y si se trata<br />

de una revolución socialista además generosidad. Y estas condiciones consecuentemente<br />

seguidas son incompatibles con el dogmatismo.<br />

Puntualmente me limitaré a citar tres ejemplos de la actitud antidogmática del Che. El primero<br />

está en su actitud ante el arte, en que al mismo tiempo que condena el arte concebido como<br />

evasión, condena también la imposición esquemática de patrones estético-ideológicos, lanzados<br />

“desde el trono pontificio del realismo a ultranza”, con pretensión de poner una “camisa de fuerza<br />

a la expresión artística del hombre que nace y se construye hoy” (II, 379). Este es (por lo menos<br />

para quienes pretendemos movernos en el campo del trabajo cultural y artístico) uno de los<br />

pasajes más sugestivos del famoso escrito El socialismo y el hombre en Cuba, donde el mensaje<br />

principal del Che se compone -creo yo- de dos elementos aparentemente contradictorios pero dialécticamente<br />

conjuncionados: uno: la revolución está hecha para el hombre; y dos: no se puede<br />

avanzar en la revolución, si al mismo tiempo no se transforma al hombre.<br />

El segundo ejemplo es su polémica con Bettelheim sobre el significado de la planificación<br />

socialista y la vinculación entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Estas ideas<br />

se encuentran en su artículo La planificación socialista, su significado. Aquí el Che puso de<br />

relieve con singular fuerza, las reservas con que había que tomar y el alcance que debía darse<br />

a la ley de correspondencia entre fuerzas productivas y relaciones de producción y el papel de<br />

factor subjetivo en la cons-trucción de la economía socialista.<br />

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