Pensamiento boliviano
El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...
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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />
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De modo que no se trata simplemente de recoger el ejemplo de su heroísmo sino el sentido<br />
de su lucha.<br />
Guevara es la negación del doctrinarismo que en la búsqueda del concepto original, de la definición<br />
exquisita, olvida la realidad que es siempre más dinámica que las construcciones teóricas.<br />
Para él “la teoría debe iluminar el mundo, no sustituirlo”. Pero también es la negación del “activismo”<br />
espontáneo porque considera que es necesario el análisis científico, la explicación que sustente<br />
sus actos. Por ello teoría y praxis no son momentos sucesivos, sino componentes de un mismo<br />
complejo de interacciones que lo convierten en protagonista pleno de la historia. No el registro<br />
del testigo iluminado ni la acción ciega que se consume en sí misma. Sino la coherencia dialéctica<br />
entre la necesidad de interpretar la realidad y la obligación de cambiarla.<br />
Por ello es que su “descubrimiento” del marxismo no es sino consecuencia de una búsqueda<br />
vital trashumante, que desde la Argentina, pasando por Bolivia cuya revolución empezaba a transitar<br />
ya tiempo de las cosas pequeñas como lo diría Sergio Almaráz o por Guatemala de Arbenz<br />
asesinada por su propia inermidad frente al enemigo que no sólo usaba la teoría, hasta llegar<br />
a Cuba, va forjándose paso a paso, hasta adquirir la profundidad que sólo la experiencia es capaz<br />
de proporcionar a un hombre, al punto que les declara con modestia: Ahora “soy mucho<br />
más consciente, mi marxismo está enraizado y depurado”.<br />
Pero aunque sus dotes de teórico vínculo a la praxis sean avaladas por la obra que cotidianamente<br />
entrega el Che a la Revolución, jamás consideró que el marxismo sea una colección<br />
de fórmulas disecadas en un escaparate. El transitó por la teoría a lomo de sus propias realizaciones.<br />
Hizo de Marx o de Lenin contemporáneos de nuestro tiempo, despojado de toda forma<br />
de dogmatismo que en su<br />
extremo más depurado significa<br />
deshacerse de los paradigmas y utilizar<br />
los principios para una construcción<br />
permanente del marxismo.<br />
Por eso es que, en 1964, escribirá a<br />
Bettelheim: “Me agradaría mucho<br />
poder discutir con usted “una vez<br />
más sobre nuestras divergencias”..Un<br />
poco más avanzado que el<br />
caos tal vez en el primero o segundo<br />
día de la creación, tengo un mundo<br />
de ideas que chocan, se<br />
entrecruzan y, a veces, se organizan.<br />
Me gustaría agregarlas a nuestro mutuo<br />
material polémico.”<br />
Es una muestra de absoluta ausencia<br />
de sectarismo, pero también<br />
de firmeza y convicción, de seguridad<br />
sobre lo que estaba haciendo en