Pensamiento boliviano
El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...
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pensamiento <strong>boliviano</strong><br />
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Una detonación sin explosión o una matanza reveladora<br />
Un atardecer de marzo de 1967, en el campamento bautizado con el nombre de El Oso, surgió<br />
una discusión entre un camarada <strong>boliviano</strong> recién llegado y un camarada cubano, sobre<br />
el papel de la guerrilla en la situación política del país, y en el seno de la guerrilla, sobre el<br />
papel de los cubanos. El Che, que acababa de regresar de la en exceso larga y agotadora exploración<br />
de la zona comprendida entre el campamento central y el río Grande, reunió entonces<br />
a los dos pelotones del centro y de la retaguardia y tomó la palabra. Dirigiéndose a los camaradas<br />
<strong>boliviano</strong>s, comenzó por explicar el sentido que tenía la participación cubana y la suya<br />
propia al lado de ellos, y dirigiéndose a todo el mundo, el sentido que tenía la intervención de<br />
la guerrilla sobre la sociedad boliviana. Una y otra eran de la misma índole. El Che explicó que<br />
no habían ido, él y sus compañeros, para hacer la guerra en lugar del pueblo <strong>boliviano</strong>, sino para<br />
ayudarlo a desencadenar su guerra de liberación. En este sentido, los <strong>boliviano</strong>s incorporados<br />
desde aquel momento a la guerrilla debían mantener presente el espíritu que una vez<br />
terminado el período de formación y de entrenamiento, la carga principal y la responsabilidad<br />
de dirección en lo que concernía a su país, volverían a caer ineluctablemente sobre sus hombros.<br />
“La función nuestra, dijo —para mejor ilustrar su pensamiento— no es ni siquiera la del<br />
detonador. El detonador son ustedes. Nosotros somos todavía menos. Nosotros somos el fulminante,<br />
la delgada capa de fulminato de mercurio que recubre al explosivo en el interior de<br />
un detonador, que no sirve más que para activarlo, para reforzar el encendido. Eso es todo”.<br />
En las cápsulas detonantes hechas de cobre, el fulminato de mercurio, que pertenece a la categoría<br />
de los explosivos “iniciadores”, recubre por su superficie externa el explosivo de ruptura, tetril<br />
o hexógeno. Sin provocarla directamente, garantiza la detonación de la propia cápsula, que desencadena<br />
a su vez la de las cargas de explosivo en medio de las cuales se halla introducida la cápsula.<br />
¿Qué ocurrió en Ñancahuasu? La deflagración se realizó. La cápsula detonó y voló en pedazos.<br />
Pero la explosión general no ocurrió inmediatamente. Repercutió después, como una<br />
bomba de acción retardada, y las formidables ondas de choque fueron amplificándose con los<br />
años, estremeciendo a la sociedad boliviana en todas sus capas y, más allá , a América entera.<br />
Pero en el momento y en el lugar mismo de la deflagración, es decir, en el momento y en el lugar<br />
tácticamente decisivos, el fuego no se propagó. ¿Por qué?<br />
Sigamos con la metáfora del Che y apliquemos sus términos. En lo inmediato y limitándose<br />
al aspecto técnico de las cosas, la falla tendría dos explicaciones:<br />
*Colocación inadecuada de la cápsula: el detonador no estaba en contacto físico, directo,<br />
con una carga real o suficientemente poderosa para provocar la explosión. En la zona de<br />
operaciones y de desplazamientos de la guerrilla (y más tarde, de las dos columnas existentes,<br />
después de separarse de Joaquín), las contradicciones de clase eran secundarias, diluidas, inapropiadas<br />
para sostener y transmitir cualquier mensaje revolucionario. Social, histórica, políticamente,<br />
no era ahí donde “pasaban las cosas”. Ello plantea la cuestión de la elección de la<br />
zona guerrillera y de las circunstancias que llevaron a tal elección: cuestión práctica, si se quiere.<br />
Pero depende a su vez de una cuestión más amplia que no puede dejar de suscitar: el carácter<br />
de clase del campesinado y su relación con las fuerzas motrices de la revolución boliviana;<br />
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