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Pensamiento boliviano

El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...

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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />

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la “Epístola de los jerosolimitanos a Pedro”: "Te hemos expuesto algunas de las fórmulas de la<br />

revolución que Matías quiere hacer estallar para liberarnos del imperialismo y de todas las potencias<br />

del mundo, del demonio y de la carne, como afirma el que le enseñaron a decir”. O<br />

también en la voz de Inti: “¿Qué será de su boina y de su estrella? (se refiere evidentemente al<br />

Che”), ¿qué de su fusil y su pistola?, ¿qué del martirio que lo crucificó en la espera?, ¿qué de la<br />

espera para su alma sola?”.<br />

La superposición también puede ser semántica. Hay un extraordinario juego con la palabra<br />

“Higuera”, puesto que con ella se significa tanto el árbol en el que Judas dio fin a su vida,<br />

como el pequeño pueblo donde el Comandante Guevara terminó la suya. Dice por ello Matías,<br />

recogiendo el sentir de su antecesor, Judas: “Me hicieron creer que todo estaba listo para la<br />

gran revolución. Y la única cosa que se encuentra a punto es la Higuera”. Es necesario destacar<br />

además la posibilidad de entender la Higuera como madero y, por lo tanto, como símbolo<br />

de la cruz.<br />

El discurso revolucionario de Matías mantiene su coherencia interna y, al mismo tiempo,<br />

se establece como espejo de la voz guerrillera. La rima entre dos palabras puede servir también<br />

para establecer relaciones entre los dos relatos: “¿Cuál será mi martirio? ¿me matarán a pedradas?<br />

(la muerte de San Esteban) ¿O me matarán a granadas? (la de Inti Peredo)”.<br />

Escasa convicción<br />

La mirada jocosa, irónica de Julio de La Vega no sólo desbarata el discurso antiguerrillero, desmitifica<br />

también el contenido utópico y a veces irreal del discurso revolucionario: “Porqué todo<br />

esto lo dejé por seguir a los seguidores del maestro y dejé además los gritos ‘dame, dame el<br />

pan y la cubierta y el jergón y el hecho que tus hijos se mueren de hambre y de frío... ¡Matías!’”.<br />

Las necesidades cotidianas le sirven pues a Julio de la Vega para caricaturizar el ideal de entrega<br />

que pretendía el Che:<br />

“Si un hombre piensa que para dedicar su vida entera a la revolución, no puede distraer su<br />

mente por la preocupación de que a su hijo le falte determinado producto, que los zapatos de los<br />

niños estén rotos, que su familia carezca de determinado bien necesario, bajo este razonamiento<br />

deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción". (“El socialismo y el hombre en Cuba”).<br />

La raíz evangélica de este planteamiento es demasiado evidente (Mt 10:37; Lc 14:26) como para<br />

olvidarla. Sin embargo, el paralelo entre el apóstol y los guerrilleros se difumina cuando para<br />

Matías el martirio se abre místicamente —usando un lenguaje casi incoherente— como encuentro<br />

con Cristo resucitado: “Te esperaba porque te quiero y te necesito apágame que ardo y me deslumbro”.<br />

Para el guerrillero, en cambio, la eternidad se establece sólo como memoria, como modelo:<br />

“¿Te referís a lo que dijo de nosotros (,) los guerrilleros muertos (,) un curita en el Perú?<br />

—¡Exactamente! A que somos santos”. El humor, empero, lo corroe todo, todo pierde su<br />

valor ante la burla escéptica de un narrador que parece ya no creer en nada.<br />

Semilla de tu cuerpo<br />

Pero no es sólo Julio de la Vega el que establece lazos entre la experiencia guerrillera y la<br />

religiosa. La resurrección, por ejemplo, será resuelta por Renato Prada como regreso a<br />

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