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Pensamiento boliviano

El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...

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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />

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turó documentos y fotografías que después facilitaron la acción contra-guerrillera e incluso, al final,<br />

fueron utilizadas como evidencias para condenar a Debray y también para acelerar la ayuda<br />

norteamericana ante la seguridad de que el Che podía ser capturado y liquidado, como ocurrió.<br />

El desastre de la guerrilla comenzó con el episodio del Vado de Yeso, en el río Grande en la<br />

zona de Masicurí Bajo, a 80 kilómetros al sur de Vallegrande. Fue una emboscada lisa y llanamente<br />

de 32 hombres contra nueve. Los guerrilleros fueron acribillados mientras cruzaban el río. Las<br />

tropas del ejército los estaban esperando, gracias a la delación de un campesino, Honorato Rojas.<br />

Los “hombres de miradas impenetrables” como anotó el Che Guevara en su Diario, resultaron<br />

al final, fatales para la guerrilla y facilitaron al ejército un acción que, de otro modo, parecía<br />

imposible de cumplir. Barrientos, en sus felicitaciones a los militares, llegó a decir: “ustedes<br />

han consolidado la democracia, dando batallas verdaderamente decisivas”. Una arenga digna<br />

de McArthur.<br />

La verdad de una de estas batallas es más cruda y menos espectacular que la heroica defensa<br />

de la democracia, en otro momento de euforia, Barrientos extendió la defensa a la “democracia<br />

del continente”.<br />

El capitán Mario Vargas vallegrandino, buen conocedor de la región, llegó con 31 hombres<br />

hasta la casa de Honorato Rojas, un hombre que había colaborado con las guerrillas suministrando<br />

alimentos. Ahora, para comprar su libertad, Rojas estaba jugando el papel inverso. El informe<br />

de Rojas fue más o menos el siguiente: el Comandante Joaquín y nueve guerrilleros están<br />

por aquí. Quieren comprar una vaquilla para pasar el hambre y desean que les indique un lugar<br />

para vadear el río.<br />

Se sabía, además, que el grupo andaba extraviado y en condiciones precarias.<br />

Esta fue la primera parte de la misión del delator Rojas. La segunda consistió en conducir a los<br />

guerrilleros hasta el punto donde esperarían los militares. La familia del propio Rojas estaba asustada,<br />

pero la presencia amenazante de la tropa la convenció de que debían guardar las apariencias,<br />

disimular y llevar a los guerrilleros hasta la emboscada, después de la venta de la vaquilla.<br />

El propio capitán Vargas relató que le había pedido a Rojas que vistiera una camisa blanca, para<br />

no ser confundido con los guerrilleros. Pero Rojas le dijo que no tenía problemas, que una vez<br />

indicado el camino, los guerrilleros le dejarían ir, como hacían con todos los campesinos. Sin duda,<br />

la mirada inescrutable de los campesinos despertó reservas sólo en el Che. Es inexplicable cómo<br />

los guerrilleros llegaron al vado, totalmente confiados en la orientación de un campesino del<br />

cual se sabía que sospechaba el ejército.<br />

A las seis y media de la madrugada del 31 de agosto, los 31 soldados, de los regimientos Brown<br />

y Manchego, acantonados en Santa Cruz, ocuparon sus posiciones entre los matorrales de ambas<br />

orillas del río. Esperaron casi todo el día. Sólo al atardecer surgió el primer guerrillero, el mulato<br />

Braulio, y detrás la pequeña figura de la guerrillera Tania.<br />

Ese era un momento que los militares habían esperado por meses. Por fin, por primera vez, no<br />

sólo iban a sorprender a los guerrilleros sino que también los verían en carne y hueso, y en desventaja.<br />

Hasta entonces, la identidad y fisonomía de estos hombres había sido un misterio. Los guerrilleros<br />

siempre llevaban la ventaja de la emboscada, conocían a los oficiales por sus nombres y los<br />

intimaban a rendición antes de disparar. Tomaban prisioneros, curaban a los heridos y después los<br />

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