Pensamiento boliviano
El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...
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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />
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en Bolivia, hirieron profundamente el amor propio de los servicios <strong>boliviano</strong>s, los que se embarcaron<br />
en una serie de investigaciones judiciales sobre el tema en julio de 1968. En éstas, toda<br />
una columna de oficiales de alto rango, incluyendo a Zenteno y al coronel Andrés Selich Chop,<br />
procedieron a detallar los nombres y narrar en detalle las actividades de los agentes norteamericanos<br />
en Bolivia, los cuales fueron esenciales para derrotar a la guerrilla (23) . Aunque tales<br />
revelaciones apenas sirvieron para dar mayor cuerpo a una historia ya ampliamente conocida,<br />
reflejaron y ahondaron los antagonismos que habían surgido dentro del Ejército. En lo superficial,<br />
por lo menos, éstos corresponden a diferencias entre los seguidores de Barrientos y aquellos<br />
de Ovando, generalmente oficiales jóvenes. Los miembros del tribunal fueron ascendidos<br />
a generales después del juicio, en tanto que Reque Terán y Zenteno, los comandantes claves<br />
en la campaña y claramente favorables a Ovando, se quedaron con el grado de coroneles. Tales<br />
disparidades también se pusieron de manifiesto en los escalafones inferiores de la jerarquía:<br />
el capitán Vargas Salinas, cuyas proezas militares alcanzaron el ametrallamiento, desde una posición<br />
inexpugnable de su ribera, de gente varada en medio de un río caudaloso fue inmediatamente<br />
promovido a mayor y recibió el apodo de “León de Misicuri”: en tanto que el capitán<br />
Prado que había capturado a Guevara, y el mayor Sánchez, que había desplegado más tenacidad<br />
y coraje personal que cualquier otro oficial conservaron sus rangos. En realidad, al más bien<br />
honesto capitán Prado se lo eligió como chivo expiatorio para la ejecución de Guevara, ordenada<br />
desde La Paz y procesada en una visita de Ovando y del feroz croata Selich a La Higuera:<br />
de este último se dice que descargó su revólver en el brazo de Guevara durante el interrogatorio<br />
dirigido por Ramos.<br />
La verdad sobre este incidente y sobre la suerte que corrió el cadáver de Guevara probablemente<br />
jamás se sabrá, en gran parte debido a que muchos de los involucrados ya han muerto<br />
y algunos en circunstancias muy dudosas. La mayoría de los relatos identifican a un sargento<br />
Mario Terán como el verdadero asesino del Ché y el gran número de heridas de bala en sus extremidades<br />
bien pueden explicarse por la versión de que, una vez que el líder guerrillero había<br />
expirado, se permitió a una serie de militares de bajo rango “participar” en la ejecución. Sin<br />
duda, el culto erigido en torno al Ché dictaminaba que tales cuestionamientos habrían de atraer<br />
un exceso de comentarios y alimentar los montones de basura comercial rápidamente acumulable<br />
en los Estados metropolitanos hambrientos de sensaciones. Para la vida política boliviana,<br />
sus consecuencias fueron bastante más subrepticias pero también más significativas.<br />
(23) Arguedas nombró a los jefes de la CIA en La Paz como Larry Sternfeld y John S.Tilton y al mismo tiempo<br />
detalló los nombres de agentes como Nicholas Leondiris, Hugo Murray, Gabriel García García, Mario<br />
González y N. Hernández. Zenteno subrayó el importante papel desempeñado en la campaña de Ñancahuazú<br />
por el coordinador de inteligencia en Santa Cruz, Willy Culeghan, Ramos y González. Suárez pp. 195-208. En<br />
Gregorio Selser, La CIA en Bolivia, (Buenos Aires 1970) se ofrecen muchos testimonios completos junto con una<br />
serie de entrevistas.<br />
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