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Pensamiento boliviano

El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...

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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />

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poseído de un “deseo de muerte”, como coronamiento de una vida romántica. El mismo, en<br />

la carta de despedida a sus padres, se equipara con el caballero de la triste figura, montado otra<br />

vez en Rocinante, para enderezar entuertos por el mundo. Pero la receta de imitar a un pueblo<br />

martirizado y traumatizado por treinta años de guerra, como el de Viet Nam, no parece haber<br />

sido madurada por una mente en su sano juicio. Si en el caso de Guevara, se advierte un venero<br />

de paranoia, ¿qué mueve a sus seguidores y de qué manera ha alcanzado su gesta y su figura<br />

una resonancia universal, como pocas en este siglo? Pienso que Bruno Bettelheim acierta<br />

al decir que es “el atractivo romántico del hombre que deja la cultura de la ciudad y se interna<br />

en el monte... muestra cuán poco han superado las identificaciones de la infancia con los héroes<br />

de la cultura arcaica, cuán poco han aceptado los ideales de madurez de nuestro tiempo<br />

—aquellos del científico o del dirigente político que tratan de mejorar una sociedad industrial<br />

imperfecta, no de aquellos que tratan de escapar de ella o destruirla—. Ambos guerrilleros (Guevara<br />

y Castro) representan una imagen de hombre individual viviendo una vida primitiva fuera<br />

de la sociedad odiada. Es otra vez la era pre - industrial la que es ensalzada. Es la tecnología moderna<br />

(piensan ellos) la que les roba la oportunidad de ser fuertes, de ser hombres. Como el<br />

Ché Guevara, escogen un quijotesco campo de batalla y una derrota cierta con los pobres —a<br />

los que románticamente adscriben todos los atributos de noble salvaje de Rousseau— aunque<br />

los pobres no quieren otra cosa que gozar finalmente de todas las ventajas materiales que solamente<br />

una sociedad altamente industrializada puede proveer”.<br />

En marzo de 1967, por informes que el gobierno norteamericano puso en manos del <strong>boliviano</strong>,<br />

Barrientos y los altos círculos militares y policiales ya conocían de los aprestos del “Ché”,<br />

en el sudeste del país. En junio, uno de los guerrilleros, “Ricardo”, compró una propiedad agraria<br />

a nombre de Roberto Peredo Leigue, que fue la base de entrenamiento de los rebeldes, conocida<br />

con el nombre de “campamento de Calamina”. El ejército notó la rareza de los movimientos<br />

de los “agricultores” y, realizando pesquisas descubrió el foco en plena preparación. La gente<br />

del “Ché” hizo una emboscada a las fuerzas gubernamentales, con un saldo de 14 muertos y 18<br />

soldados y oficiales prisioneros, que fueron luego puestos en libertad.<br />

Para la guerrilla de Ñancahuazú, Fidel Castro conversó en La Habana con los dirigentes del<br />

partido Comunista de obediencia moscovita, que inicialmente comprometieron su apoyo, pero,<br />

ya en Bolivia, al quedar en claro las proyecciones continentales de la operación armada del<br />

“Ché”, rehusaron participar. Para estas fechas, una disidencia<br />

interna en las filas comunistas, impulsada por<br />

el distanciamiento irreparable de Mao Tse Tung y los<br />

teóricos chinos, del comunismo oficial del Kremlin, había<br />

dado lugar a la formación de un segundo Partido<br />

Comunista, nacido en una reunión que se realizó en<br />

un Distrito minero, teniendo como dirigentes a Federico<br />

Escóbar y Oscar Zamora, el primero dirigente sindical<br />

y el segundo ex funcionario de la Unión<br />

Internacional de Estudiantes. El segundo partido, que<br />

adoptó finalmente la denominación de PC Marxista-Le-<br />

Juan Lechín Oquendo

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