Pensamiento boliviano
El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...
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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />
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aunque respetables, que pudieran darse para explicar este fenómeno (unipartidismo excluyente;<br />
despiadada persecución; etc.), debemos exigirnos una respuesta algo más sólida.<br />
¿Dónde se fueron los que un día estuvieron en ese partido? ¿Dónde se han albergado esas<br />
multitudes otrora exultantes y hoy silenciosamente desencantadas? ¿A la puerta de qué hogar<br />
político han llamado para salvarse del desamparo y la desesperanza? ¿A qué partido confiaron<br />
la conducción del proceso revolucionario desvirtuado por su propio partido? A ninguno. La gran<br />
masa revolucionaria aguarda a la intemperie política. Está resentida, es cierto, pero también desorientada<br />
y carece de organicidad; cientos de miles de hombres opuestos a lo que antes apoyaron<br />
porque dejó de apoyarse en ellos. ¿Por qué no se alistó esta gran masa abandonada en<br />
otra fuerza combatiente y bajo su dirección transformó la incertidumbre en fe y la derrota en<br />
victoria popular?<br />
Porque, muertos de muerte natural los partidos tradicionales, los otros no pudieron diferenciar<br />
los dos niveles en que transcurre un proceso revolucionario y, oponiéndose, con un<br />
ciego heroísmo que asombra y conmueve, a las odiosas secreciones de violencia y dolo que flotaban<br />
en la superficie del fenómeno social, contranadaron durante doce años sobre una poderosa<br />
y profunda corriente que los paralizó por más de una década y que ahora comienza a<br />
arrastrarlos en el sentido de la historia.<br />
Esta es la razón por la que su conducta pareció antihistórica. Naturalmente que el pueblo, confinado<br />
a los extramuros del poder, no entraba en ninguno de ellos para darles su maravillosa vitalidad,<br />
ni siquiera para utilizarlos como caballos troyanos en la reconquista del poder perdido.<br />
Esta es la causa eficiente de ese gran vacío político resultante del deceso del M.N.R. Sin<br />
embargo de esta certidumbre, me asiste otra sin la que resultaría inexplicable la calidad de<br />
ese vacío: el fracaso de ese partido es, también, el fracaso de la nación. Si el M.N.R. fue grande<br />
es porque el pueblo que lo potenció con su confianza se agigantó en uno de esos súbitos<br />
crecimientos de vitalidad política en que la historia es avara. La causa de la Revolución fue<br />
causa de la nación; la derrota del M.N.R. es, también, una derrota nacional. Aun los que se<br />
opusieron y se oponen al proceso revolucionario se sienten comprometidos por el fracaso y<br />
todos, todos, nos sentimos inmersos en esa atmósfera de frustración que inhibe la conducta<br />
de toda la nación.<br />
¿Qué hemos hecho para disipar esta atmósfera que nos asfixia; qué debiéramos hacer para<br />
vencer el abatimiento?<br />
De la derrota a la esperanza<br />
Si la nota precedente terminó mencionando un vacío político nacional, ésta debe comenzar intentando<br />
alguna definición de ese vacío. Puesto que la idea de vacío adquiere sentido en oposición<br />
a lo lleno, preguntémonos: ¿qué es lo que antes estuvo lleno y hoy está vacío. La vida política<br />
nacional. ¿De qué se ha vaciado nuestro interés político? ¿Qué cosa que nos proporcionaba ese sentido<br />
de plenitud política, al abandonarnos, nos ha dejado una gran oquedad? Un partido al servicio<br />
de una causa. ¿Cuándo ocurrió la desaparición? Sentimos la tentación de decir que fue el 4 de noviembre<br />
de 1964. Pero no es verdad. Porque el vacío no se produjo, aunque se hizo más notorio,<br />
cuando se expulsó del Palacio lo que quedaba del movimiento de Abril, sino mucho antes, cuando<br />
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