Pensamiento boliviano
El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...
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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />
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nía el movimiento guerrillero ni cuál era la estrategia que se fijaba. En principio, como se ha<br />
dicho, se trataba de un proyecto continental pero esto mismo no puede haber sido pensado<br />
en términos tan simples que implicarían ya la omisión del proceso de intensa diferenciación<br />
que habían vivido los países, su ritmo desigual. Es mucho más factible suponer que se partía<br />
de la idea de que el proceso revolucionario estaba subjetivamente intacto en las masas aunque<br />
traicionado en grueso en su fruto político desde el poder. Eso significaba que, si el MNR, movimiento<br />
inorgánico y difuso, había podido enfrentar con éxito al ejército -en la guerra civil<br />
de 1949, en la insurrección de 1952- no había razón alguna para que no pudiera hacerlo, con<br />
muchas más posibilidades, una guerrilla, superior al MNR en lo militar y en lo ideológico.<br />
Lenin gustaba recordar un aforismo de Napoleón; aquel que dice: “On s’engage et puis on<br />
voit”, sin duda, para recordar que la táctica es un arte, en cuanto es una síntesis que no admite<br />
comprobación ex ante. Pero lo hacía después de haber escrito El desarrollo del capitalismo<br />
en Rusia, con un partido que era la efectiva vanguardia de la clase obrera y que tenía un programa<br />
no sólo para su propia clase sino para todas las demás.<br />
La definición del objetivo militar de la guerrilla queda siempre borrosa. Si nos atenemos,<br />
por ejemplo, al testimonio de Debray, quien, después de todo, estuvo allá, no avanzamos demasiado.<br />
“Che -escribe- no pensaba en Bolivia sino como una plataforma de partida para el Perú”;<br />
“La estrategia del Che no tenía a Bolivia como blanco. Ni siquiera como objetivo primero”;<br />
“no tenía como objetivo inmediato la toma del poder, sino la construcción previa de un poder<br />
popular materializado por su instrumento de acción, una fuerza militar autónoma y móvil”; "el<br />
foco <strong>boliviano</strong> funcionaría entonces como un centro de adiestramiento militar y de coordinación<br />
política de las diversas organizaciones revolucionarias nacionales de América Latina”; “transformar<br />
ulteriormente a Bolivia en una vasta base de retaguardia”; “La proximidad (o la apariencia<br />
geográfica de proximidad) de la frontera argentina era, es cierto, un atractivo poderoso para el<br />
Che, ventaja que las otras zonas consideradas no ofrecían”; por el otro lado, “Bolivia es un país<br />
donde se dan favorables condiciones objetivas y subjetivas, el único país de América del Sur<br />
donde la revolución socialista está a la orden del día”. (1)<br />
La suma de estas aserciones es incoherente. Si la estrategia no contempla a Bolivia ni siquiera<br />
“como objeto primero” no se sabe qué se hacía allá; es obvio que es el país peor colocado para<br />
servir de retaguardia a nadie y, si se pensaba en lo dicho por Debray, se habría tratado del campo<br />
de adiestramiento más peligroso del mundo. Por otra parte, ni el Perú, ni la Argentina estaban tan<br />
cerca como para llegar a ellos sin vencer a una geografía brutal y al ejército entero ni, por último,<br />
se puede entender por qué no había interés en tomar el poder puesto que todas las condiciones<br />
objetivas y subjetivas estaban dadas para la revolución socialista. Esto es absurdo. El análisis del<br />
país como tal, del estado construido en 1952, de las clases sociales en su momento específico y<br />
del propio aparato represivo era sin duda falso desde el principio, sea que nos atengamos a lo<br />
que dice Debray o a la misma práctica política de la guerrilla. Bolivia, desde luego, no tenía condiciones<br />
objetivas ni subjetivas para encarar en ese momento la revolución socialista; todo lo contrario:<br />
vivía las consecuencias de su revolución burguesa. En lo que es aparente, la guerrilla esperaba<br />
(1) Debray, La guerrilla del Che, México, Siglo XXI, 1975, pp. 38, 69-70, 75, 82, 84 y 89. Un libro sin duda más útil<br />
para conocer los recovecos de la cabeza de Debray que para saber de la guerrilla del Che.<br />
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