Pensamiento boliviano
El Che en Bolivia. Documentos y Testimonios. Tomo 5 ...
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<strong>Pensamiento</strong> <strong>boliviano</strong><br />
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ros reclutados y armados marcharan sobre Oruro y La Paz cumpliendo instrucciones de los agentes<br />
del Che. Al ingresar las tropas a Catavi, Siglo XX y Huanuni fueron recibidas con disparos y<br />
cargas de dinamita la noche del 24 de junio de 1967. El enfrentamiento ocasionó 27 muertos y<br />
43 heridos quedando las minas bajo el control del ejército. La propaganda roja bautizó esta jornada<br />
con el nombre de “La noche de San Juan”. El suceso conmovió al país mientras la responsabilidad<br />
se repartía entre el gobierno y los agentes provocadores. 3) El tercer hecho siendo<br />
menos importante tuvo mucha resonancia en la prensa mundial. Mientras se guardaba estricta<br />
reserva del Diario del Che, capturado en el Yuro, una de las copias fue remitida secretamente<br />
a Fidel Castro por el ministro de gobierno del gabinete de Barrientos. Es muy probable que este<br />
ministro, agente confeso de la CIA, hizo el despacho por instrucciones de la misma, fingiéndose<br />
admirador del dictador cubano. El texto del diario es tan rematadamente limitado y rutinario,<br />
que fue un error grande no haberlo publicado al día siguiente mismo de la muerte de su autor.<br />
Allí no hay nada que pueda respaldar intelectualmente los prestigios de quien pretendía<br />
vietnamizar Sudamérica para derrotar al imperialismo norteamericano comenzando su aventura<br />
con 32 guerrilleros en la selva recóndita de Ñancahuazú.<br />
A la muerte súbita de Inti Peredo, le sucedió en el comando del clandestino ELN su hermano<br />
Chato Peredo, quien ratificó para sus operaciones la consigna de “volveremos a las montañas”.<br />
Mientras el gobierno del general Ovando se dedicaba a desacreditar la memoria de<br />
Barrientos, indefenso y silencioso en su tumba de Cochabamba, Peredo organizó la nueva etapa<br />
guerrillera en Teoponte. Esta vez Ovando que daba rienda suelta a las izquierdas urbanas,<br />
permitiendo asaltos universitarios a centros de estudio, pronosticó la destrucción de las guerrillas<br />
en menos tiempo que las anteriores. Restringió severamente la publicidad oficial y prohibió<br />
el ingreso de periodistas a la zona de operaciones que se hizo pública solamente una vez,<br />
por el secuestro de dos técnicos alemanes, al estilo tupamaro, presionando al gobierno con la<br />
amenaza de ejecutarlos si no se ponía en libertad a unos veinte presos pertenecientes al ELN.<br />
Ovando accedió al pedido de Chato Peredo, al estilo del gobierno brasileño, y la cosa quedó<br />
ahí. Más tarde sólo se supo de voluntarios, entre ellos buen número de universitarios que se<br />
incorpo-raban a las guerrillas fingiéndose expedicionarios alfabetizadores. Una que otra vez, con<br />
un aire superficial de rutina castrense se publicaba algún comunicado de contactos en la selva<br />
entre patrullas del ejército y guerrilleros. Los muertos resultaban peruanos, cubanos, argentinos<br />
o chilenos. Los reclutas nacionales no volvieron más o volvieron muy pocos para vivir escondidos.<br />
Más tarde, en el gobierno de Torres, Chato Peredo fue tomado prisionero y conducido<br />
a La Paz, donde por presión de la Asamblea del Pueblo y los universitarios fue enviado a Chile<br />
con algunos compañeros de armas que también habían caído presos. Se presume que con todo<br />
eso ha debido acabar la guerrilla de Teoponte.<br />
Las guerrillas urbanas escogieron como centros principales de su actividad las ciudades de<br />
La Paz, Cochabamba y Santa Cruz. En permanente conflicto con las fuerzas del orden sólo viene<br />
a saberse de ellas por el descubrimiento de sus paraderos, los cuales sobre todo en 1972,<br />
han sido localizados y ocupados por la policía, a veces a costa de sangre. Es difícil componer<br />
una relación objetiva de estas fuerzas secretas, móviles y por lo general mimetizadas en las formas<br />
corrientes de la vida civil.<br />
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