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El Exorcista de WILLIAM BLATTY

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<strong>El</strong> exorcista<br />

William Blatty<br />

—Perdóneme. ¿Está usted ocupada? ¿Molesto?<br />

—¿Qué tal va el mundo?<br />

—Muy, muy mal. ¿Cómo está su hija?<br />

—Sin novedad.<br />

—Lo lamento mucho, sinceramente. -Era una figura tosca, que<br />

transpiraba preocupación por los párpados, <strong>de</strong>tenida junto a la mesa-. Ni por<br />

asomo se me ocurriría molestar a su hija. Sabe Dios que cuando mi Ruthie<br />

estaba en cama con... no, no; fue Sheila, la más pequeñita...<br />

—Siéntese, por favor -lo interrumpió Chris.<br />

—Gracias -dijo mientras se sentaba en una silla al otro lado <strong>de</strong> la mesa,<br />

frente a Sharon, que volvía a mecanografiar cartas.<br />

—Perdón, ¿qué me estaba diciendo? -preguntó Chris al <strong>de</strong>tective.<br />

—Bueno, mi hija... ¡oh, no importa! -Hizo un a<strong>de</strong>mán como para alejar<br />

el pensamiento. Está usted ocupada. Si le cuento la historia <strong>de</strong> mi vida,<br />

podría hacer una película con ella. ¡En serio! ¡Es increíble! Si sólo supiera la<br />

“mitad” <strong>de</strong> las cosas que solían ocurrir en mi original familia, como mi...<br />

bueno, usted está... ¡pero le voy a contar “una”! Mi madre nos ponía salmón<br />

todos los viernes. Pero la semana entera, toda la semana, nadie se podía<br />

bañar, porque mi madre tenía el pez metido en la bañera, nadando <strong>de</strong> arriba<br />

abajo; mi madre <strong>de</strong>cía que así se le iba el “veneno” que encerraba. ¿Le basta<br />

con esto? Porque... No, con esto es suficiente por ahora. -Suspiró, cansado,<br />

haciendo un gesto con la mano, como si <strong>de</strong>sechara el pensamiento-. Pero es<br />

bueno sonreír <strong>de</strong> vez en cuando, aunque sea sólo para no echarnos a llorar.<br />

Chris lo observaba inexpresiva, esperando...<br />

—¡Ah, veo que está leyendo! -Miró el libro sobre brujería-. ¿Es para una<br />

película? -quiso saber.<br />

—No, lo leo por gusto.<br />

—¿Es bueno?<br />

—Hace un momento que lo empecé.<br />

—Brujería -murmuró, con la cabeza inclinada, leyendo el título en los<br />

folios.<br />

—Bueno, ¿qué pasa? -le preguntó Chris.<br />

—¡Ah, sí, perdone! Veo que está ocupada. Termino en seguida. Como ya<br />

le he dicho, no la molestaría si no fuera porque...<br />

—¿Por qué?<br />

De repente se puso serio y, apoyando los codos en la mesa, entrelazó<br />

sus manos.<br />

—<strong>El</strong> caso <strong>de</strong> míster Dennings, mistress MacNeil...<br />

—Sí...<br />

—¡Maldita sea! -exclamó Sharon irritada, sacando <strong>de</strong> un tirón una carta<br />

<strong>de</strong> la máquina. Hizo una bola con la hoja y la arrojó a la papelera que estaba<br />

cerca <strong>de</strong> Kin<strong>de</strong>rman-. Perdón -se disculpó al ver que su exclamación los<br />

había interrumpido.<br />

Chris y Kin<strong>de</strong>rman la miraron.<br />

—¿Es usted la señorita Fenster? -le preguntó Kin<strong>de</strong>rman.<br />

—Spencer -dijo Sharon, empujando su silla hacia atrás para levantarse y<br />

recuperar la carta.

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