Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
<strong>El</strong>la se encogió <strong>de</strong> hombros.<br />
—No sé. ¿Tengo que hacerlo?<br />
—Sí, creo que sería lo más conveniente.<br />
Apoyó la cara en ambas manos y lo miró, malhumorada.<br />
—¿Y qué te parecería una moto ‘Honda’?<br />
Él no hizo ningún comentario.<br />
Aquella noche, Chris trató <strong>de</strong> <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> lado todas sus preocupaciones y<br />
<strong>de</strong> mantenerse ocupada con los preparativos para la cena <strong>de</strong>l día siguiente.<br />
—Me parece mejor que cada cual se sirva solo, en vez <strong>de</strong> sentarnos<br />
todos -les dijo a Willie y Karl-. Po<strong>de</strong>mos poner una mesa en el extremo <strong>de</strong> la<br />
sala <strong>de</strong> estar. ¿Les parece bien?<br />
—Muy bien, señora -contestó Karl rápidamente.<br />
—Y a ti, ¿qué te parece, Willie? ¿Qué opinas <strong>de</strong> una ensalada <strong>de</strong> frutas<br />
como postre?<br />
—¡Excelente! -exclamó Karl.<br />
—Gracias, Willie.<br />
Había invitado a un grupo interesante muy heterogéneo. A<strong>de</strong>más <strong>de</strong><br />
Burke (‘¡Diablos, te espero sobrio!’) y su joven ayudante vendrían un<br />
senador con su esposa, un astronauta <strong>de</strong>l ‘Apolo’ con su esposa, dos jesuitas<br />
<strong>de</strong> Georgetown, sus vecinos, así como Mary Jo Perrin y <strong>El</strong>len Cleary.<br />
Mary Jo Perrin era una regor<strong>de</strong>ta y canosa vi<strong>de</strong>nte, <strong>de</strong> Washington, a<br />
quien Chris había conocido en la cena <strong>de</strong> la Casa Blanca y que le había caído<br />
muy simpática.<br />
Había esperado encontrarse con una mujer austera y <strong>de</strong>sagradable, y,<br />
en cambio, le pudo <strong>de</strong>cir: ‘¡No eres “en absoluto” tal como te imaginaba!’<br />
Muy afectuosa y sencilla.<br />
<strong>El</strong>len Cleary era una mujer <strong>de</strong> mediana edad, secretaria <strong>de</strong>l<br />
Departamento <strong>de</strong> Estado, que trabajaba en la Embajada norteamericana en<br />
Moscú cuando Chris hizo su gira por Rusia. Se había tomado muchas<br />
molestias por evitarle innumerables dificulta<strong>de</strong>s e impedimentos durante su<br />
viaje, la menor <strong>de</strong> las cuales había sido causada por la franqueza <strong>de</strong> la<br />
pelirroja actriz al manifestar sus opiniones. A través <strong>de</strong> los años, Chris la<br />
recordaba con cariño, y la visitó apenas llegó a Washington.<br />
—Dime, Shar -preguntó-, ¿qué sacerdotes vienen?<br />
—No estoy segura todavía. He invitado al rector y al <strong>de</strong>cano <strong>de</strong> la<br />
Universidad, pero creo que el rector va a mandar a alguien en<br />
representación. Esta mañana me llamó su secretario para avisarme que él,<br />
probablemente, saldría <strong>de</strong> viaje.<br />
—¿A quién va a mandar?<br />
—A ver. -Sharon hojeó los papelitos con anotaciones-. Sí, aquí está,<br />
Chris. Su ayudante, el padre Joseph Dyer.<br />
—¿Uno <strong>de</strong>l “campus”?<br />
—No estoy segura.<br />
—No importa.<br />
Parecía <strong>de</strong>silusionada.<br />
—Vigílame a Burke mañana por la noche -le advirtió.<br />
—Así lo haré.