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El Exorcista de WILLIAM BLATTY

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<strong>El</strong> exorcista<br />

William Blatty<br />

Willie hizo un a<strong>de</strong>mán señalando hacia la parte alta.<br />

—Muchas gracias.<br />

Se dirigió a la escalera. Subió. Vio a Chris en el vestíbulo.<br />

Estaba sentada en una silla junto al dormitorio <strong>de</strong> Regan, con los brazos<br />

cruzados. Al acercarse el jesuita, Chris oyó el crujido <strong>de</strong> la sotana. Alzó la<br />

vista y, rápidamente, se puso <strong>de</strong> pie.<br />

—¡Hola, padre!<br />

Estaba muy ojerosa. Karras frunció el ceño.<br />

—¿Ha dormido usted?<br />

—Sí, un poco.<br />

Karras agitó la cabeza a guisa <strong>de</strong> amonestación.<br />

—La verdad es que no he podido -suspiró señalando, con un gesto <strong>de</strong><br />

cabeza, hacia el cuarto <strong>de</strong> Regan-. Ha estado haciendo eso toda la noche.<br />

—¿No ha vomitado?<br />

—No. -Lo agarró por una manga, como si quisiera llevárselo a otro lado-<br />

. Vamos abajo, don<strong>de</strong> podamos...<br />

—No, me gustaría verla -la interrumpió él amablemente. Resistió la<br />

imperiosa insistencia <strong>de</strong> ella por llevárselo <strong>de</strong> allí.<br />

—¿Ahora?<br />

Algo andaba mal, pensó Karras. Parecía tensa. Temerosa.<br />

—¿Por qué no ahora? -le preguntó.<br />

<strong>El</strong>la echó una furtiva mirada a la puerta <strong>de</strong>l dormitorio <strong>de</strong> Regan.<br />

Des<strong>de</strong> a<strong>de</strong>ntro chilló la áspera voz enloquecida:<br />

—¡“Naazi” <strong>de</strong> mierda! ¡Naazi “asqueroso”!<br />

Chris <strong>de</strong>svió la mirada; luego, <strong>de</strong> mala gana, asintió.<br />

—Vaya, entre.<br />

—¿No tiene una grabadora?<br />

Sus ojos exploraron los <strong>de</strong> él con rápidos parpa<strong>de</strong>os.<br />

—¿Me la podrían mandar al dormitorio con una cinta virgen, por favor?<br />

<strong>El</strong>la frunció el ceño, <strong>de</strong>sconfiada.<br />

—¿Para qué? -dijo, alarmada-. ¿Quiere usted grabar...?<br />

—Sí, es impor...<br />

—¡Padre, no puedo permitirle...!<br />

—Necesito hacer comparaciones <strong>de</strong>l estilo <strong>de</strong>l lenguaje -la interrumpió él<br />

con firmeza-. ¡Ahora, por favor! ¡Ha <strong>de</strong> confiar en mí!<br />

Cuando se volvieron hacia la puerta <strong>de</strong>l dormitorio, un impresionante<br />

torrente <strong>de</strong> obscenida<strong>de</strong>s pareció expulsar a Karl <strong>de</strong> la habitación. Tenía el<br />

rostro <strong>de</strong>mudado y llevaba ropa <strong>de</strong> cama y paños manchados.<br />

—¿Le ha puesto las correas, Karl? -preguntó Chris cuando el sirviente<br />

cerraba tras sí la puerta. Karl miró fugazmente a Karras y luego a Chris.<br />

—Las tiene puestas -dijo por toda contestación, y se dirigió hacia la<br />

escalera.<br />

Chris lo observaba. Se volvió hacia Karras.<br />

—De acuerdo -dijo débilmente-.<br />

Haré que le suban la grabadora. -Y, bruscamente, se echó a andar por<br />

el vestíbulo.

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