Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
—Perdón, ¿me has dicho algo?<br />
Chris observaba la expresión <strong>de</strong> su cara, su mirada ausente.<br />
—¿Qué ha pasado ahí arriba, Sharon? -preguntó.<br />
—¿Qué ha pasado, dón<strong>de</strong>?<br />
—Cuando ha subido el padre Merrin.<br />
—¡Ah, sí...! -Sharon frunció el ceño. Desvió su mirada ausente hacia un<br />
punto <strong>de</strong>l espacio, entre la duda y el recuerdo-. Sí, ha sido curioso.<br />
—¿Curioso?<br />
—Extraño. <strong>El</strong>los sólo... -Hizo una pausa-. Bueno, sólo se miraron<br />
fijamente un rato y luego Regan, esa cosa, dijo...<br />
—¿Qué?<br />
—’Esta vez vas a per<strong>de</strong>r.’<br />
Chris la observaba, esperando.<br />
—¿Y <strong>de</strong>spués?<br />
—Eso fue todo -respondió Sharon-. <strong>El</strong> padre Merrin dio media vuelta y<br />
salió <strong>de</strong> la habitación.<br />
—¿Y qué aspecto tenía?<br />
—Curioso.<br />
—¡Por Dios, Sharon, piensa en otra palabra! -exclamó Chris; iba a <strong>de</strong>cir<br />
algo más, cuando se dio cuenta <strong>de</strong> que Sharon había inclinado la cabeza,<br />
abstraída, como si estuviera escuchando.<br />
Chris miró hacia arriba y lo oyó también: el silencio, el repentino cese<br />
<strong>de</strong>l rugido diabólico. Pero también algo más... algo... que crecía. Las dos<br />
mujeres se miraron <strong>de</strong> reojo.<br />
—¿Lo oyes tú también? -preguntó Sharon con un hilito <strong>de</strong> voz.<br />
Chris asintió. La casa. Algo había en la casa. Una tensión. Pero ese algo<br />
iba haciéndose cada vez más <strong>de</strong>nso. Un latido, como <strong>de</strong> energías que se<br />
agigantaban. <strong>El</strong> sonido <strong>de</strong>l timbre pareció irreal.<br />
Sharon se volvió.<br />
—Abriré yo.<br />
Caminó hasta el vestíbulo y abrió la puerta. Era Karras. Traía una gran<br />
caja <strong>de</strong> cartón.<br />
—Gracias, Sharon.<br />
—<strong>El</strong> padre Merrin está en el <strong>de</strong>spacho -le dijo.<br />
Karras se encaminó rápidamente hacia allí, llamó con suavidad y entró<br />
con la caja.<br />
—Perdón, padre -dijo-, he tenido un pequeño...<br />
Se <strong>de</strong>tuvo en seco. Merrin, con pantalón y jersey, estaba arrodillado<br />
rezando al lado <strong>de</strong> la cama, con la frente apoyada sobre las manos juntas.<br />
Karras se quedó un instante petrificado, como si al volver una esquina se<br />
hubiese encontrado con un niño, que era él mismo, pasando<br />
apresuradamente a su lado, con la casulla al brazo, sin reconocerlo.<br />
Karras dirigió sus ojos hacia la caja abierta, hacia las gotitas <strong>de</strong> lluvia<br />
que habían caído sobre el almidón. Luego, lentamente, se acercó al sofá y<br />
esparció en él, sin hacer ruido, el contenido <strong>de</strong> la caja. Cuando hubo<br />
terminado, se quitó el impermeable, lo dobló cuidadosamente y lo <strong>de</strong>jó en<br />
una silla. Al observar a Merrin vio que el sacerdote se santiguaba; <strong>de</strong>sviando