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El Exorcista de WILLIAM BLATTY

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<strong>El</strong> exorcista<br />

William Blatty<br />

Luego salía, aliviada, e iba a besarle en la mejilla. Dígame, ?”qué” es<br />

eso, padre Karras? ¿Una terapia?<br />

—¡Y muy buena! -dijo Karras, sonriendo débilmente-. Y ahora yo soy su<br />

armario. ¿Es eso lo que quería <strong>de</strong>cirme?<br />

—En cierto modo -replicó Kin<strong>de</strong>rman. Nuevamente bajó la vista-.<br />

En cierto modo; pero hay algo más serio, padre Karras. -Hizo una<br />

pausa-. Porque el armario <strong>de</strong>be hablar -agregó en tono grave.<br />

—¿Tiene un cigarrillo? -preguntó Karras; le temblaban las manos.<br />

<strong>El</strong> <strong>de</strong>tective lo miró, incrédulo.<br />

—¿Cree usted que voy a fumar con mi enfermedad?<br />

—No, claro -murmuró el sacerdote, entrelazándose las manos sobre la<br />

barandilla y mirándoselas-. “¡Deja <strong>de</strong> hablar!”<br />

—¡Qué médico! ¡No permita Dios que me ponga enfermo en la selva y,<br />

en vez <strong>de</strong> Albert Schweitzer, me encuentre solo con “usted”! ¿Cura usted<br />

todavía las verrugas con ranas, doctor Karras?<br />

—No, con sapos -respondió Karras con voz apagada.<br />

—Hoy no se ríe -dijo Kin<strong>de</strong>rman, preocupado-. ¿Pasa algo?<br />

Karras negó con la cabeza.<br />

—Prosiga -le dijo suavemente.<br />

<strong>El</strong> <strong>de</strong>tective suspiró, mirando hacia el río.<br />

—Como le iba diciendo... -ja<strong>de</strong>ó. Se rascó la frente con la uña <strong>de</strong>l<br />

pulgar-. Le <strong>de</strong>cía que...<br />

digamos que estoy trabajando en un caso, padre Karras. Un homicidio.<br />

—¿Dennings?<br />

—No, no, puramente hipotético. Usted no lo conoce. En absoluto.<br />

Karras asintió.<br />

—Parece ser un asesinato ritual <strong>de</strong> brujería -continuó, pensativo, el<br />

<strong>de</strong>tective. Tenía el ceño fruncido. <strong>El</strong>egía lentamente las palabras-. Y digamos<br />

que en esta hipotética casa viven cinco personas y que una <strong>de</strong> ellas ha <strong>de</strong> ser<br />

el asesino. -Hacía enfáticos movimientos con las manos-. Eso lo “sé”, lo “sé”,<br />

lo “sé positivamente”. -Luego hizo una pausa, respirando <strong>de</strong>spacio-. Pero el<br />

problema... todas las evi<strong>de</strong>ncias... señalan a una criatura, padre Karras, a<br />

una niña <strong>de</strong> diez años, quizá doce... Podría ser mi hija. -Mantenía la vista fija<br />

en el dique que se divisaba a lo lejos-. Sí, ya sé que parece fantástico...<br />

ridículo... pero es verdad. Entonces, padre, llega a dicha casa un sacerdote<br />

muy famoso, y, como quiera que se trata <strong>de</strong> un caso puramente hipotético,<br />

me entero, por mi también hipotético genio, que este sacerdote ha curado ya<br />

cierto tipo <strong>de</strong> enfermedad. Una enfermedad mental, hecho que menciono<br />

sólo <strong>de</strong> pasada, por si le interesa.<br />

Karras sintió que pali<strong>de</strong>cía.<br />

—Bueno, también hay... satanismo implicado en esta enfermedad, y...<br />

fuerza... Sí, una fuerza increíble. Y esa... niña hipotética, digamos entonces,<br />

podría... retorcer la cabeza <strong>de</strong> un hombre. Sí, podría. -Hacía gestos<br />

afirmativos con la cabeza-. Sí... sí, podría. Ahora se pregunta uno... -Hizo<br />

una mueca, pensativo-. Esa niña no es responsable, padre. Es una <strong>de</strong>mente.<br />

-Se encogió <strong>de</strong> hombros. -¡Y es sólo una criatura! ¡Una “criatura”! -Movió la<br />

cabeza-. Sin embargo, la enfermedad que tiene... pue<strong>de</strong> ser peligrosa. Podría

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