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<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
Cuando volvía a casa <strong>de</strong> Chris, al <strong>de</strong>tenerse frente a un semáforo en la<br />
confluencia <strong>de</strong> las calles Prospect y Treinta y Cinco, se quedó petrificado:<br />
entre Karras y la resi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los jesuitas se hallaba aparcado el coche <strong>de</strong><br />
Kin<strong>de</strong>rman, el cual, sentado, solo, al volante, sacaba un codo por la<br />
ventanilla y miraba fijamente hacia <strong>de</strong>lante.<br />
Karras torció a la <strong>de</strong>recha antes <strong>de</strong> que Kin<strong>de</strong>rman pudiera verlo en el<br />
‘Jaguar’ <strong>de</strong> Chris. Rápidamente encontró un lugar, aparcó, se apeó y cerró<br />
con llave. Luego dobló la esquina caminando, como si se dirigiera a la<br />
resi<strong>de</strong>ncia.<br />
“¿Estará vigilando la casa?”, se dijo, preocupado. <strong>El</strong> espectro <strong>de</strong><br />
Dennings reapareció una vez más para acosarlo. ¿Sería posible que<br />
Kin<strong>de</strong>rman creyera que Regan...?<br />
“Tranquilo. Ve más <strong>de</strong>spacio. Tómalo con calma”.<br />
Se acercó al coche y metió la cabeza por la ventanilla opuesta a la <strong>de</strong>l<br />
conductor.<br />
—¡Hola, teniente!<br />
<strong>El</strong> <strong>de</strong>tective se volvió con rapi<strong>de</strong>z y pareció quedar sorprendido. Luego<br />
sonrió, alegre.<br />
—¡Padre Karras!<br />
“Desafinado”, pensó Karras.<br />
Notó que sentía las manos sudorosas y frías. “¡Muéstrate natural! ¡No<br />
<strong>de</strong>jes que se dé cuenta <strong>de</strong> que estás preocupado! ¡Muéstrate natural!”<br />
—¿No sabe que le pue<strong>de</strong>n poner una multa? Los días laborables no se<br />
permite aparcar aquí entre las cuatro y las seis.<br />
—No importa -ja<strong>de</strong>ó Kin<strong>de</strong>rman-. Estoy hablando con un cura. Todos o<br />
casi todos los policías <strong>de</strong>l vecindario son católicos.<br />
—¿Cómo le va?<br />
—Pues si he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cirle la verdad, sólo regular. ¿Y a usted?<br />
—No me puedo quejar. ¿Y qué? ¿Ya ha aclarado ese asunto?<br />
—¿Qué asunto?<br />
—<strong>El</strong> <strong>de</strong>l director.<br />
—¡Ah, ése! -Hizo un gesto como <strong>de</strong>sechando la i<strong>de</strong>a-. No me pregunte.<br />
Mire, ¿qué hace esta noche? ¿Está ocupado? Tengo pases para el ‘Cine<br />
Crest’. Pasan “Otelo”.<br />
—¿Quiénes son los intérpretes?<br />
—Molly Picon es Desdémona, y Leo Fuchs, Otelo. ¿Le gusta? ¡Es gratis,<br />
padre Marlon Exigente! ¡Es William F. Shakespeare! ¡No importa quién<br />
trabaje o quién <strong>de</strong>je <strong>de</strong> hacerlo! ¿Qué, vendrá?<br />
—Me temo que no podré. Estoy agobiado <strong>de</strong> trabajo.<br />
—Ya lo veo. Tiene usted muy mal aspecto, padre, y perdóneme que se<br />
lo diga. ¿Se va a dormir muy tar<strong>de</strong>?<br />
—Yo siempre tengo muy mal aspecto.<br />
—Pero ahora más que nunca. ¡Vamos! ¡Escápese una noche! Nos<br />
divertiremos.<br />
Karras <strong>de</strong>cidió tantearlo, comprobar qué buscaba en realidad.