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<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
—Eso se está poniendo <strong>de</strong>masiado escalofriante para mí. -Sonrió<br />
débilmente.<br />
Chris no le prestó atención.<br />
<strong>El</strong> <strong>de</strong>cano se unió discretamente al grupo.<br />
—Pero, ¿cómo pue<strong>de</strong> usted “saber” eso? -preguntó ella al joven jesuita-.<br />
Aun cuando se hubiera llevado a cabo tal misa negra, ¿quién pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cir lo<br />
que ocurrió allí?<br />
—Supongo que se habrán enterado <strong>de</strong> casi todo -contestó Dyerpor las<br />
<strong>de</strong>claraciones <strong>de</strong> la gente que fue <strong>de</strong>tenida y confesó.<br />
—¡Ah, vamos! -exclamó el <strong>de</strong>cano-. Esas confesiones no tienen ningún<br />
valor, Joe. Los torturaron.<br />
—No; sólo a los peores -dijo suavemente Dyer.<br />
Hubo un murmullo <strong>de</strong> risas algo nerviosas. <strong>El</strong> <strong>de</strong>cano consultó su reloj.<br />
—Bien, tengo que irme -le dijo a Chris-. Mañana he <strong>de</strong> <strong>de</strong>cir la misa <strong>de</strong><br />
seis en la capilla Dahlgren.<br />
—Yo tengo la misa <strong>de</strong> los irlan<strong>de</strong>ses. -Dyer sonrió alegremente.<br />
Después, sus ojos se dirigieron a un lugar <strong>de</strong> la habitación, <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> Chris, y<br />
dijo <strong>de</strong> pronto-: Bueno, parece ser que tenemos visita, mistress MacNeil -le<br />
advirtió, con un movimiento <strong>de</strong> la cabeza.<br />
Chris se volvió. Y no pudo contener su asombro al ver a Regan en<br />
camisón, orinando a chorros sobre la alfombra. Mirando fijamente al<br />
astronauta, Regan dijo con voz <strong>de</strong>smayada:<br />
—Usted se va a morir allá arriba.<br />
—“¡Oh, Dios mío!” -exclamó Chris angustiada, corriendo hacia su hija-.<br />
¡Oh, Dios mío, mi pequeña, ven, ven conmigo!<br />
Tomó a Regan por los brazos y la sacó, presurosa, murmurando,<br />
trémula, una disculpa al canoso astronauta.<br />
—¡Lo siento muchísimo! ¡Últimamente se ha encontrado enferma y <strong>de</strong>be<br />
<strong>de</strong> estar sonámbula! ¡No sabía lo que <strong>de</strong>cía!<br />
—Quizá tengamos que irnos -oyó que Dyer le <strong>de</strong>cía a alguien.<br />
—¡No, no, qué<strong>de</strong>nse! -protestó Chris, mientras se volvía por un<br />
momento-. ¡Por favor, no se vayan! ¡Regreso en seguida!<br />
Chris se <strong>de</strong>tuvo un instante en la cocina para <strong>de</strong>cirle a Willie que fuera a<br />
limpiar la alfombra antes <strong>de</strong> que la mancha se hiciera in<strong>de</strong>leble, y luego llevó<br />
a Regan al baño, la lavó y le cambió el camisón.<br />
—Querida, ¿por qué “has dicho eso”? -le preguntaba Chris una y otra<br />
vez; pero Regan parecía no enten<strong>de</strong>r y farfullaba incoherencias sin<br />
interrupción. Tenía los ojos nublados y una expresión ausente.<br />
Chris la metió en la cama y, casi <strong>de</strong> inmediato, tuvo la impresión <strong>de</strong> que<br />
se había dormido. Esperó un momento y escuchó la respiración <strong>de</strong> la niña.<br />
Luego abandonó el dormitorio.<br />
Al pie <strong>de</strong> la escalera se encontró con Sharon y el joven ayudante <strong>de</strong><br />
dirección, que trataban <strong>de</strong> sacar a Dennings <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho. Habían llamado<br />
un taxi y lo iban a acompañar hasta su apartamento, en el Sheraton Park.<br />
—Cuidado -aconsejó Chris, cuando ellos se alejaban con Dennings.<br />
Casi inconsciente, el director murmuró:<br />
—Me cago en ti.