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<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
Les había dado la tar<strong>de</strong> libre.<br />
—Creo que a las siete -dijo Sharon.<br />
—Mamá, ¿po<strong>de</strong>mos ir a ‘Hot Shoppe’? -imploró Regan-. ¿No podríamos?<br />
Chris levantó la mano <strong>de</strong> su hija, le sonrió tiernamente y la besó.<br />
—¡Vístete rápidamente y vamos!<br />
—¡Cuánto te “quiero”!<br />
Regan salió corriendo <strong>de</strong> la habitación.<br />
—¡Querida, ponte el vestido nuevo! -le gritó Chris.<br />
—¿Te gustaría tener once años? -musitó Sharon.<br />
—¿Es un ofrecimiento?<br />
Chris tomó la correspon<strong>de</strong>ncia y empezó a clasificar distraídamente las<br />
adulaciones garabateadas en las cartas.<br />
—¿Te gustaría? -preguntó Sharon.<br />
—¿Con la inteligencia que tengo ahora? ¿Y todos los recuerdos?<br />
—Claro.<br />
—No es negocio.<br />
—Piénsalo <strong>de</strong> nuevo.<br />
—Lo estoy pensando. -Chris tomó un libreto con una notita prendida en<br />
la tapa. Jarris. Su representante-. Creo que les dije que no quería más<br />
guiones durante un tiempo.<br />
—Deberías leerlo -dijo Sharon.<br />
—¿Sí?<br />
—Sí. Yo lo he leído esta mañana.<br />
—¿Es bueno?<br />
—¡Magnífico!<br />
—Y a mí me tocaría hacer el papel <strong>de</strong> una monja que <strong>de</strong>scubre que es<br />
lesbiana, ¿no es cierto?<br />
—No, no tendrías que hacer nada.<br />
—¡Anda! “Ahora sí” que las películas se están poniendo mejor que<br />
nunca! ¿De qué diablos me estás hablando, Sharon? ¿A qué viene esa<br />
sonrisita burlona?<br />
—Quieren que dirijas -dijo Sharon con afectada mo<strong>de</strong>stia, expeliendo el<br />
humo <strong>de</strong> su cigarrillo.<br />
—¿Qué?<br />
—Lee la carta.<br />
—¡Dios mío, Shar, estás bromeando!<br />
Chris se arrojó sobre la carta, lanzó un grito ronco y penetrante <strong>de</strong><br />
alegría y, con ambas manos, la estrechó contra su pecho.<br />
—¡Oh, Steve, ángel, te acordaste! -Filmando en África. Borracho. En<br />
sillas plegables. Contemplando la rojiza quietud <strong>de</strong>l día que terminaba: ‘¡Ah,<br />
este oficio es una porquería! ¡Para el actor es una porquería, Steve!’ ‘A mí<br />
me gusta.’ ‘Es una porquería. ¿Acaso no sabes que en este oficio lo único que<br />
vale la pena es dirigir?’ ‘¡Ah, sí!’ ‘¡Entonces sí que ha hecho uno algo, algo<br />
que es propio, algo que vive!’ ‘Bueno, hazlo entonces.’ ‘Intenté, pero no les<br />
gustó.’ ‘¿Por qué no?’ ‘¡Oh, vamos, sabes bien por qué! No me creen lo<br />
suficientemente capaz.’<br />
Tierno recuerdo. Sonrisa tierna.