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<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
Chris dudó un instante, no segura <strong>de</strong>l todo; luego vio una sonrisa en sus<br />
ojos al levantar la cabeza. Le sirvió.<br />
—¡Qué bonito nombre tiene! -exclamó él-. Chris MacNeil. ¿No es un<br />
nombre artístico?<br />
Chris <strong>de</strong>jó caer unas gotas <strong>de</strong> coñac en el café y movió negativamente<br />
la cabeza.<br />
—No. ¿O acaso cree que me llamo Esmeralda Glutz?<br />
—¡Gracias a Dios! -murmuró Merrin.<br />
Chris sonrió y tomó asiento.<br />
—¿Y qué es Lankester, padre? Suena muy raro. ¿Se lo pusieron por<br />
alguien en particular?<br />
—Un barco <strong>de</strong> carga -musitó con aire ausente mientras se llevaba la<br />
taza a los labios. Tomó un sorbo <strong>de</strong> café-. O un puente. Sí, creo que era un<br />
puente. -Parecía afligido-. ¡Cuánto me habría gustado tener un nombre como<br />
Damien! ¡Es tan eufónico!<br />
—¿De dón<strong>de</strong> viene ese nombre, padre?<br />
—¿Damien? -Miró la taza-. Era el nombre <strong>de</strong> un sacerdote que <strong>de</strong>dicó su<br />
vida al cuidado <strong>de</strong> leprosos en la isla <strong>de</strong> Molokai.<br />
Finalmente, contrajo la enfermedad. -Hizo una pausa-. Precioso nombre<br />
-dijo <strong>de</strong> nuevo-. Creo que con un nombre <strong>de</strong> pila como Damien, me<br />
contentaría con el apellido Glutz.<br />
Chris sofocó su risa. Se relajó. Se sintió más cómoda. Y, durante varios<br />
minutos, ella y Merrin hablaron <strong>de</strong> pequeñas cosas cotidianas. Al fin, Sharon<br />
apareció en la cocina y sólo entonces Merrin hizo a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> irse. Fue como<br />
si hubiera estado esperando su llegada, porque <strong>de</strong> inmediato llevó su taza al<br />
frega<strong>de</strong>ro, la enjuagó y la colocó con cuidado en el secador.<br />
—Muy rico el café. Era justamente lo que necesitaba -dijo.<br />
Chris se levantó.<br />
—Lo acompañaré a su cuarto.<br />
Él le dio las gracias y siguió hasta la puerta <strong>de</strong>l <strong>de</strong>spacho.<br />
—Si necesita algo, padre -dijo-, no tiene más que <strong>de</strong>círmelo.<br />
Merrin le puso una mano en el hombro y lo presionó como para<br />
tranquilizarla. Chris sintió que fluían a su interior una fuerza y un afecto<br />
in<strong>de</strong>finibles. Paz. Sintió paz. Y un extraño sentimiento <strong>de</strong>... ‘¿seguridad?’, se<br />
preguntó.<br />
—Es usted muy amable. -Sus ojos sonreían-. Gracias.<br />
Retiró la mano y la vio alejarse. Tan pronto como ella se fue, un agudo<br />
dolor le hizo contraer la cara. Entró en el <strong>de</strong>spacho y cerró la puerta. Extrajo<br />
una cajita <strong>de</strong> ‘Aspirina Bayer’ <strong>de</strong> un bolsillo <strong>de</strong>l pantalón; la abrió, sacó una<br />
píldora <strong>de</strong> nitroglicerina y la puso cuidadosamente bajo su lengua.<br />
Chris entró en la cocina. Se <strong>de</strong>tuvo junto a la puerta, y miró a Sharon,<br />
que estaba <strong>de</strong> pie al lado <strong>de</strong> la cocina, con la palma <strong>de</strong> la mano apoyada en<br />
la cafetera, esperando que el café volviera a calentarse.<br />
Chris se acercó a ella, preocupada.<br />
—Querida -le dijo suavemente-, ¿por qué no <strong>de</strong>scansas un poco?<br />
No hubo respuesta. Sharon parecía absorta en sus pensamientos.<br />
Luego, volviéndose, miró a Chris inexpresivamente.