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<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
—Espere, que le ayudaré. -Le tiró <strong>de</strong>l jersey por la parte <strong>de</strong> abajo-. Hoy<br />
le hemos dado cuatrocientos miligramos, padre.<br />
—“¿Cuatrocientos?”<br />
Chris había conseguido levantarle el jersey hasta la altura <strong>de</strong>l pecho.<br />
—Sí, sólo esa dosis nos permitió atarla con las correas. Y aun así,<br />
hubimos <strong>de</strong> aunar nuestras fuerzas para...<br />
—¿Le ha administrado usted a su hija cuatrocientos milígramos “<strong>de</strong> una<br />
sola vez”?<br />
—Vamos, padre, levante los brazos. -Él los levantó, y ella tiró<br />
suavemente <strong>de</strong>l jersey-. Es increíble la fuerza que tiene.<br />
Descorrió la cortina y metió el jersey en la bañera.<br />
—Willie se lo lavará, padre. Lo siento.<br />
—No se moleste, no importa. -Se <strong>de</strong>sabrochó la manga <strong>de</strong>recha <strong>de</strong> su<br />
almidonada camisa blanca y se la arremangó hasta <strong>de</strong>jar al <strong>de</strong>scubierto un<br />
brazo velludo, fuerte y muscoloso.<br />
—Lo siento -repitió Chris mientras se sentaba en el bor<strong>de</strong> <strong>de</strong> la bañera.<br />
—¿Le dan algo <strong>de</strong> alimento? -preguntó Karras poniendo su mano<br />
<strong>de</strong>recha bajo el grifo <strong>de</strong>l agua caliente.<br />
<strong>El</strong>la apretaba y soltaba la toalla. Era rosada y llevaba el nombre “Regan”<br />
bordado en azul.<br />
—No, padre. Sólo suero ‘Sustagen’ cuando duerme. Pero se arrancó la<br />
sonda.<br />
—¿Que se la arrancó?<br />
—Sí, hoy.<br />
Inquieto, Karras se enjabonó y enjuagó las manos, y, tras una pausa,<br />
dijo gravemente:<br />
—Tendría que estar en un sanatorio.<br />
—No puedo hacer eso -respondió Chris con una voz sin matices.<br />
—¿Por qué no?<br />
—¡No puedo! -repitió con estremecedora ansiedad-. No puedo permitir<br />
que intervenga nadie más. <strong>El</strong>la ha... -Bajó la cabeza, suspirando<br />
profundamente-. Ha hecho algo, padre. No puedo arriesgarme a que alguien<br />
más se entere. Un médico..., una enfermera... -Levantó la mirada-. Nadie.<br />
Karras, ceñudo, cerró los grifos. ‘¿...”Qué pasaría si una persona fuera,<br />
digamos, un criminal”...?’ Cabizbajo, miró hacia el lavabo.<br />
—¿Quién le administra el suero? ¿<strong>El</strong> ‘Librium’? ¿Los <strong>de</strong>más<br />
medicamentos?<br />
—Nosotros. <strong>El</strong> médico nos enseñó a hacerlo.<br />
—Pero necesitan recetas.<br />
—Usted pue<strong>de</strong> exten<strong>de</strong>rnos algunas, ¿verdad, padre?<br />
Karras se volvió hacia ella, con las manos sobre el lavabo, como un<br />
cirujano <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> higienizarse. Durante un momento se encontró con su<br />
mirada fantasmal y percibió en ella como un terrible secreto escondido, un<br />
gran temor. Hizo un gesto indicando la toalla que sostenía ella. Chris parecía<br />
ausente.<br />
—Toalla, por favor -dijo en tono suave.