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El Exorcista de WILLIAM BLATTY

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<strong>El</strong> exorcista<br />

William Blatty<br />

Hasta el aire olía a fresco y limpio. <strong>El</strong> altillo no tenía calefacción. No<br />

había cañerías, ni agujeritos en el techo.<br />

—No hay nada.<br />

Chris se sobresaltó, asustada.<br />

—“¡Dios mío!” -exclamó volviéndose rápidamente, con una mano sobre<br />

su corazón agitado-. ¡Por Dios, Karl, no vuelva a hacer eso!<br />

Karl estaba parado en la escalera.<br />

—Lo lamento mucho. Pero, ¿ve? Está limpio.<br />

—Sí, está limpio. Muchas gracias.<br />

—Tal vez sería mejor un gato.<br />

—¿Qué?<br />

—Para cazar las ratas.<br />

Sin esperar una respuesta, saludó con la cabeza y se fue.<br />

Durante un momento, Chris se quedó contemplando la puerta. O Karl no<br />

tenía ningún sentido <strong>de</strong>l humor, o éste era tan sutil que se le escapaba a<br />

ella. No supo como catalogarlo.<br />

Se puso a pensar nuevamente en los golpes y luego miró en dirección al<br />

techo. La calle estaba sombreada por árboles, la mayor parte <strong>de</strong> ellos<br />

retorcidos y entrelazados con enreda<strong>de</strong>ras, y unas enormes ramas en forma<br />

<strong>de</strong> hongo cubrían como un paraguas la tercera parte <strong>de</strong>l frontispicio <strong>de</strong> la<br />

casa.<br />

¿Serían las ardillas, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo? “Tienen que serlo. O las ramas.<br />

Claro. Podrían ser también las ramas”. Las últimas noches había hecho<br />

viento.<br />

“Tal vez sería mejor un gato”.<br />

Chris echó otra mirada al vano <strong>de</strong> la puerta. “¿Se estaría haciendo el<br />

vivo?” De repente sonrió, tomando un aire <strong>de</strong>scarado y travieso.<br />

Bajó hasta el dormitorio <strong>de</strong> Regan, recogió algo, lo subió al altillo, y un<br />

minuto <strong>de</strong>spués regresó a su habitación. Regan dormía.<br />

La llevó a su cuarto, la metió en la cama, volvió a su propio dormitorio,<br />

apagó el televisor y se durmió. La casa permaneció en silencio hasta la<br />

mañana.<br />

Mientras se <strong>de</strong>sayunaba, Chris dijo a Karl, como al azar, que durante la<br />

noche le pareció oír un chasquido como el <strong>de</strong> una ratonera al cerrarse.<br />

—¿Quiere ir a echar una mirada? -le sugirió, sorbiendo el café y<br />

simulando estar enfrascada en el diario <strong>de</strong> la mañana. Sin hacer ningún<br />

comentario, Karl se levantó y fue a investigar. Chris se cruzó con Karl en el<br />

pasillo <strong>de</strong> la planta alta cuando él volvía; contemplaba, inexpresivo, el gran<br />

ratón <strong>de</strong> juguete que llevaba en sus manos. Lo había encontrado con el<br />

hocico firmemente sujeto a la ratonera.<br />

Mientras se dirigía hacia su dormitorio, Chris arqueó una ceja a la vista<br />

<strong>de</strong>l ratón.<br />

—Alguien se hace el gracioso -musitó Karl al pasar a su lado.<br />

Volvió a poner el ratón en el cuarto <strong>de</strong> Regan.<br />

—Por cierto que están pasando muchas cosas -murmuró Chris,<br />

sacudiendo la cabeza al entrar en su dormitorio. Se quitó el salto <strong>de</strong> cama y

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