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El Exorcista de WILLIAM BLATTY

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<strong>El</strong> exorcista<br />

CAPÍTULO TERCERO<br />

William Blatty<br />

<strong>El</strong> 11 <strong>de</strong> abril, por la mañana temprano, Chris llamó por teléfono a su<br />

médico <strong>de</strong> Los Ángeles y le pidió el nombre <strong>de</strong> algún psiquíatra local para<br />

que examinara a Regan.<br />

—¿Qué le pasa?<br />

Chris le explicó. A partir <strong>de</strong>l día siguiente <strong>de</strong> su cumpleaños -y luego <strong>de</strong><br />

que Howard se olvidara <strong>de</strong> llamarla-, había notado un cambio repentino y<br />

espectacular en el comportamiento <strong>de</strong> su hija. Insomnio. Hostilidad. Ataques<br />

<strong>de</strong> mal genio. Pateaba las cosas. Las tiraba. Gritaba. No quería comer.<br />

Por otra parte, parecía tener más energías que nunca. No se quedaba<br />

quieta ni un instante; tocaba, quemaba, golpeaba, corría y saltaba por todos<br />

lados. Le iba mal en la escuela. Un compañero <strong>de</strong> juegos imaginario. Tácticas<br />

rebuscadas para llamar la atención.<br />

<strong>El</strong> médico preguntó:<br />

—¿Por ejemplo?<br />

—Comenzó con los golpes en el techo. Des<strong>de</strong> aquella noche en que<br />

subiera a inspeccionar el altillo, había oído los ruidos en otras dos<br />

oportunida<strong>de</strong>s. En ambas ocasiones, ella lo había notado, Regan se hallaba<br />

en la habitación, y los golpes terminaban en el instante en que Chris<br />

entraba. A<strong>de</strong>más -le siguió contando-, Regan ‘perdía’ cosas en su dormitorio:<br />

un vestido, el cepillo <strong>de</strong> dientes, libros, los zapatos. Protestaba porque<br />

‘alguien le cambiaba <strong>de</strong> lugar’ los muebles. En fin, la mañana siguiente a la<br />

cena en la Casa Blanca, Chris vio que Karl volvía a poner en su lugar una<br />

cómoda que estaba en medio <strong>de</strong> la habitación. Cuando Chris le preguntó qué<br />

estaba haciendo, él repitió el acostumbrado, ‘alguien se hace el gracioso’, y<br />

se negó a explicar más; pero, en seguida, Chris se encontró a Regan en la<br />

cocina protestando porque durante la noche, cuando ella dormía, alguien le<br />

cambiaba los muebles <strong>de</strong> lugar. Este fue el inci<strong>de</strong>nte -explicó Chrisque, al<br />

final, había hecho cristalizar sus sospechas. Sin lugar a dudas, era su hija la<br />

que hacía todas aquellas cosas.<br />

—¿Crees que pueda ser sonambulismo? ¿Que hace todo eso dormida?<br />

—No, Marc, lo hace <strong>de</strong>spierta. Para llamar la atención.<br />

Chris mencionó el asunto <strong>de</strong> la cama que se movía, que había ocurrido<br />

dos veces más, y tras el cual Regan insistió en dormir con su madre.<br />

—Bueno, eso podría ser físico -se aventuró a <strong>de</strong>cir el médico.<br />

—No, Marc, no he dicho que la cama “se moviera”, sino que Regan<br />

“dice” que se mueve.<br />

—¿Estás segura <strong>de</strong> que “no se mueve”?<br />

—En absoluto.<br />

—Bueno, pue<strong>de</strong>n ser espasmos clónicos -murmuró.<br />

—¿Qué?<br />

—¿No tiene fiebre?<br />

—No. ¿Qué te parece que he <strong>de</strong> hacer? -preguntó-. ¿La llevo o no a un<br />

psiquíatra?

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