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El Exorcista de WILLIAM BLATTY

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<strong>El</strong> exorcista<br />

William Blatty<br />

—¿Qué?<br />

—Para mi hija..., ¿podría firmarme un autógrafo? -Se había puesto<br />

colorado, y Chris estuvo a punto <strong>de</strong> echarse a reír <strong>de</strong> alivio, <strong>de</strong> sí misma, <strong>de</strong><br />

la <strong>de</strong>sesperación y <strong>de</strong> la condición humana.<br />

—¡No faltaba más! ¿Tiene un lápiz? -dijo.<br />

—¡Sí! -respondió él al instante, y sacó un resto <strong>de</strong> lápiz, mordisqueado,<br />

<strong>de</strong>l bolsillo <strong>de</strong> su abrigo, mientras hundía la otra mano en un bolsillo <strong>de</strong> la<br />

chaqueta, para extraer una tarjeta <strong>de</strong> visita-. Le va a gustar mucho -dijo<br />

mientras alargaba a Chris el lápiz y la tarjeta.<br />

—¿Cómo se llama? -preguntó Chris, apretando la tarjeta contra la<br />

puerta y poniendo el lápiz en posición <strong>de</strong> escribir. A continuación se produjo<br />

un largo titubeo. <strong>El</strong>la sólo oía su ja<strong>de</strong>ar. Se volvió. En los ojos <strong>de</strong> Kin<strong>de</strong>rman<br />

vio una terrible lucha.<br />

—Le he mentido -dijo él, finalmente, con ojos a la vez <strong>de</strong>sesperados y<br />

<strong>de</strong>safiantes-. Es para mí.<br />

Clavó la mirada en la tarjeta y se sonrojó.<br />

—Ponga ‘A William... William Kin<strong>de</strong>rman’, está escrito en el otro lado.<br />

Chris lo observó con un lánguido e inesperado afecto, comprobó cómo<br />

se escribía su apellido y anotó: “William F. Kin<strong>de</strong>rman, I love you!” Y firmó<br />

abajo. Luego le entregó la tarjeta, que él se metió en el bolsillo sin leer la<br />

<strong>de</strong>dicatoria.<br />

—Es usted una mujer muy amable -dijo tímidamente, <strong>de</strong>sviando la vista.<br />

—Y usted un hombre muy amable.<br />

<strong>El</strong> pareció ponerse más colorado.<br />

—No, no lo soy. Soy una persona molesta. -Abrió la puerta-.<br />

No se preocupe por lo que le he dicho hoy. Es <strong>de</strong>sagradable. Olví<strong>de</strong>lo.<br />

Preocúpese sólo <strong>de</strong> su hija. Su “hija”.<br />

Chris asintió. Sintióse <strong>de</strong>salentada <strong>de</strong> nuevo cuando el hombre, al salir<br />

hacia la escalinata, se puso el sombrero.<br />

—¿Se lo preguntará a la niña? -dijo, volviéndose.<br />

—Sí -susurró Chris-. Le prometo que lo haré.<br />

—Bueno, adiós. Y cuí<strong>de</strong>se.<br />

Una vez más, Chris hizo un gesto afirmativo con la cabeza.<br />

—Y usted también.<br />

Cerró suavemente la puerta. Pero al instante la volvió a abrir, porque él<br />

llamó.<br />

—¡Qué molesto! Soy muy molesto. Me he olvidado el lápiz. -Hizo un<br />

a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> disculpa.<br />

Chris examinó atentamente el pedacito <strong>de</strong> lápiz que aún tenía en su<br />

mano, esbozó una sonrisa y se lo dio a Kin<strong>de</strong>rman.<br />

—Y otra cosa... -Dudó-. No tiene sentido, lo sé, es una molestia, es<br />

estúpido... pero sé que no voy a po<strong>de</strong>r dormir pensando en que tal vez haya<br />

un loco suelto o un toxicómano, y no me preocupo por averiguar los<br />

<strong>de</strong>talles... ¿Usted cree que yo podría...? No, no, es estúpido, es... pero sí, sí,<br />

tengo que hacerlo. ¿Podría hablar unas palabras con míster Engstrom? La<br />

entrega <strong>de</strong> pedidos... el asunto <strong>de</strong> los repartos. Creo que <strong>de</strong>bería...<br />

—Por supuesto; entre -dijo Chris con tono cansino.

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