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<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
Se apeó <strong>de</strong>l taxi un hombre alto, ya entrado en años. Vestía<br />
impermeable y sombrero negro y llevaba en la mano una <strong>de</strong>svencijada<br />
maleta. Pagó al conductor, volvióse y permaneció inmóvil, con la mirada fija<br />
en la casa. <strong>El</strong> taxi se alejó y <strong>de</strong>sapareció por la esquina <strong>de</strong> la Calle Treinta y<br />
Seis.<br />
Kin<strong>de</strong>rman partió rápidamente <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él para seguirlo. Al doblar la<br />
esquina vio que el hombre <strong>de</strong> edad seguía parado bajo la luz <strong>de</strong> la lámpara<br />
<strong>de</strong> la calle, en medio <strong>de</strong> la niebla, como un melancólico viajero congelado en<br />
el tiempo. <strong>El</strong> <strong>de</strong>tective hizo señales luminosas al taxi.<br />
En aquel momento, <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la casa, Karras y Karl sujetaban los<br />
brazos <strong>de</strong> Regan, mientras Sharon le inyectaba ‘Librium’, cuya cantidad hacía<br />
un total <strong>de</strong> cuatrocientos miligramos aplicados en dos horas. Karras sabía<br />
que la dosis era muy elevada. Pero, tras un largo período <strong>de</strong> calma, la<br />
personalidad diabólica se había <strong>de</strong>spertado <strong>de</strong> repente en un ataque <strong>de</strong> furia<br />
tan frenético, que el <strong>de</strong>bilitado organismo <strong>de</strong> Regan no podría resistirlo<br />
mucho tiempo más.<br />
Karras estaba exhausto. Después <strong>de</strong> su visita al Obispado aquella<br />
mañana, volvió a contar a Chris lo que había ocurrido. Luego dispuso la<br />
alimentación intravenosa para Regan, regresó a su cuarto y se <strong>de</strong>splomó en<br />
la cama.<br />
Al cabo <strong>de</strong> sólo una hora y media <strong>de</strong> sueño, el teléfono le había hecho<br />
saltar <strong>de</strong> nuevo. Sharon. Regan seguía inconsciente, y el pulso era cada vez<br />
más lento e imperceptible. Corrió a la casa con su maletín <strong>de</strong> médico, y, ya<br />
junto a Regan, le aprisionó el tendón <strong>de</strong> Aquiles, y esperó la reacción <strong>de</strong>l<br />
dolor. No hubo ninguna. Le apretó fuertemente una uña. Tampoco reaccionó.<br />
Estaba preocupado. Aunque sabía que en casos <strong>de</strong> histeria y en estados <strong>de</strong><br />
trance se observaba a veces insensibilidad al dolor, ahora temía el coma, un<br />
estado que podía <strong>de</strong>sembocar fácilmente en la muerte. Le tomó la presión<br />
arterial: máxima, nueve, mínima, seis.<br />
Luego, el pulso: sesenta latidos.<br />
Durante una hora y media permaneció en la habitación, examinándola<br />
cada quince minutos, antes <strong>de</strong> quedarse tranquilo porque la presión<br />
sanguínea y el pulso se habían estabilizado, lo cual significaba que Regan no<br />
sufría un “shock”, sino que se hallaba en estado <strong>de</strong> letargo. Le <strong>de</strong>jó<br />
instrucciones a Sharon para que le tomara el pulso cada hora. Entonces fue<br />
cuando logró conciliar el sueño. Pero nuevamente lo <strong>de</strong>spertó el teléfono.<br />
Del Obispado le informaron que el exorcista sería Lankester Merrin.<br />
Karras actuaría <strong>de</strong> ayudante.<br />
La noticia lo había <strong>de</strong>jado pasmado. Merrin. <strong>El</strong> filósofo-paleontólogo.<br />
Aquel intelecto asombroso y elevado espíritu. Sus libros habían causado<br />
revuelo en la Iglesia, ya que interpretaban su fe en términos <strong>de</strong> ciencia, en<br />
términos <strong>de</strong> una materia que se halla aún en transformación, <strong>de</strong>stinada a<br />
convertirse en espíritu y a unirse a Dios.<br />
Inmediatamente, Karras llamó a Chris para darle la noticia; pero se<br />
encontró con que ella lo sabía ya directamente por el obispo, el cual le había<br />
informado que Merrin llegaría al día siguiente.