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<strong>El</strong> exorcista<br />
William Blatty<br />
Él la miró. Se dio cuenta <strong>de</strong> que hablaba en serio. Continuó:<br />
—Y, por último, la manifestación <strong>de</strong> po<strong>de</strong>res superiores a sus<br />
habilida<strong>de</strong>s.<br />
—Bueno, ¿y qué hay <strong>de</strong> esos golpes en la pared?<br />
—Por sí mismos, no significan nada.<br />
—¿Y los movimientos <strong>de</strong> la cama?<br />
—No bastan.<br />
—¿Y esas cosas que le salieron en la piel?<br />
—¿Qué cosas?<br />
—¿No se lo he dicho?<br />
—¿Decirme qué?<br />
—¿No? Pues fue en la clínica -le explicó Chris-. Tenía... -dijo<br />
señalándose el pecho con el índice- como letras. Le salían en el pecho, y<br />
luego <strong>de</strong>saparecían.<br />
Karras frunció el ceño.<br />
—Ha dicho usted ‘letras’. ¿Palabras no?<br />
—No, palabras no. Sólo una “M”, una o dos veces. Luego una “L”.<br />
—¿Y “vio” usted eso? -le preguntó.<br />
—No. Me lo han contado.<br />
—¿Quién?<br />
—Los médicos <strong>de</strong> la clínica. Lo encontrará en el informe. Es cierto.<br />
—No lo dudo. Pero eso también es un fenómeno natural.<br />
—¿En dón<strong>de</strong>? ¿En Transilvania? -dijo Chris, incrédula.<br />
Karras movió la cabeza.<br />
—No, he leído casos <strong>de</strong> este tipo en las revistas médicas. En uno <strong>de</strong><br />
ellos, el psiquíatra <strong>de</strong> una prisión informaba que un paciente suyo podía<br />
ponerse en trance voluntariamente y lograr que aparecieran en su piel los<br />
signos <strong>de</strong>l Zodíaco. -Con un gesto se señaló el pecho-. Se le levantaba la<br />
piel.<br />
—¡Se ve que usted no cree muy fácilmente en milagros!<br />
—Cierta vez se hizo un experimento -prosiguió Karras- en el cual un<br />
sujeto, hipnotizado, fue puesto en trance: luego le hicieron incisiones en los<br />
dos brazos. Se le dijo que el brazo izquierdo sangraría, pero no el <strong>de</strong>recho.<br />
Pues bien, así ocurrió: sangró el brazo izquierdo y el <strong>de</strong>recho no.<br />
<strong>El</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la mente reguló la pérdida <strong>de</strong> sangre. Por supuesto que no<br />
sabemos cómo, pero suce<strong>de</strong>.<br />
De modo que en los casos <strong>de</strong> estigmatizados, como el <strong>de</strong>l recluso que le<br />
he citado (o en el <strong>de</strong> Regan), el inconsciente regula el flujo <strong>de</strong> la corriente<br />
sanguínea hacia la piel, y manda más hacia las partes que quiere que se<br />
eleven. Y entonces tenemos dibujos, letras o lo que fuere. Es misterioso,<br />
pero no sobrenatural.<br />
—En verdad que es usted una persona difícil, padre Karras; ¿lo sabía?<br />
Karras se tocó los dientes con la uña <strong>de</strong>l pulgar.<br />
—Mire, tal vez esto le ayu<strong>de</strong> a enten<strong>de</strong>r -dijo, finalmente-. La Iglesia (no<br />
yo, sino la Iglesia) publicó cierta vez una <strong>de</strong>claración, una advertencia a los<br />
exorcistas. La leí anoche. Decía en ella que la mayoría <strong>de</strong> las personas que<br />
se creen posesas, o que “son consi<strong>de</strong>radas como tales por otros” (y cito