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Compendio_de_Metodos_Antropologico_Forenses_Udo_Krenzer

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TRAUMAS Y PALEOPATOLOGÍA<br />

Patologías congénitas<br />

estimulación <strong>de</strong> los cartílagos <strong>de</strong>l crecimiento durante la infancia. La estructura y las<br />

proporciones <strong>de</strong> los huesos son normales, pero con longitud excesiva (Auf<strong>de</strong>rhei<strong>de</strong><br />

& Rodríguez-Martín 1998). Existen pocos hallazgos <strong>de</strong>l gigantismo en la literatura<br />

paleopatológica; sin embargo, un esqueleto polaco que data entre el siglo XI y IVX<br />

exhibe las características típicas (Ortner 2003).<br />

La acromegalia resulta también <strong>de</strong>l hiperpituitarismo (producción excesiva <strong>de</strong> la<br />

hipófisis), pero en el tiempo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la fusión epifisial, es <strong>de</strong>cir, es una enfermedad<br />

<strong>de</strong> adultos que afecta, sobre todo, en el cráneo y ahí los arcos superciliares, los senos<br />

frontales, el alargamiento <strong>de</strong> la cara (ver figura 17). En el poscráneo, la acromegalia<br />

afecta las manos y los pies. Su expresión dramática se presenta en el crecimiento<br />

<strong>de</strong>l cóndilo mandibular, que resulta en la prolongación y distorsión <strong>de</strong>l maxilar<br />

inferior. Según Auf<strong>de</strong>rhei<strong>de</strong> & Rodríguez-Martín (1998), todos los huesos exhiben<br />

engrosamiento y son largos; se observa el prognatismo mandibular, la prominencia<br />

<strong>de</strong> la nariz y <strong>de</strong> los huesos faciales y cambios <strong>de</strong>generativos en las articulaciones.<br />

Esqueletos acromegálicos fueron documentados en Egipto, asimismo en sitios<br />

precolombinos estadouni<strong>de</strong>nses, entre otros (Ortner 2003).<br />

Fig. 17 Cráneo acromegálico en a) vista lateral; b) en vista vertical (por Brothwell 1981)<br />

El enanismo tiene varios factores; la acondroplasia o condrosistrofia fetal, una<br />

forma especial <strong>de</strong>l enanismo, tiene causas genéticas, y se manifiesta en la reducción<br />

<strong>de</strong>l tamaño <strong>de</strong> las extremida<strong>de</strong>s, conocido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los hallazgos egipcios (Brothwell<br />

1981, Turkel 1989). En populaciones recientes se observa una inci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong><br />

1:100.000 (Roberts & Manchester 1999). El tronco y la bóveda mantienen casi su<br />

proporciones originales, mientras la cara está reducida (White 2000). Los huesos<br />

largos <strong>de</strong> los acondroplásticos se distinguen por su crecimiento <strong>de</strong>ficiente y su notable<br />

grosor en relación a la longitud. El esplacnocráneo exhibe el caballete <strong>de</strong> la nariz<br />

<strong>de</strong>primido y achatado (ver figura 18). También se pue<strong>de</strong> observar manos cortas y<br />

anchas y piernas arqueadas, <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> la curvatura <strong>de</strong> la columna vertebral y<br />

pechos reducidos y aplastados (Brothwell 1981). Según Auf<strong>de</strong>rhei<strong>de</strong> & Rodríguez-<br />

Martín (1998), la acondroplasia es el mo<strong>de</strong>lo clásico <strong>de</strong> enanismo con extremida<strong>de</strong>s<br />

cortas, especialmente el fémur y el húmero. En Egipto por ejemplo, la acondroplasia<br />

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