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Juan Tomás Cabello, devolviéndolo á la Secreta'
a.— M adrid y Octubre lO de 1814. Domingo Gabal-'
7« y Lopez. > {i) •
II
£1 Casino de la Reina (2).
(Más tarde Museo Arqueológico y Escuela de Veterinaria).
Ni hay nobleza en el R ey ni lealtad en los que le sir-
en. El decreto famoso está vigente y la Constitución
nulada. Tan poco le importa á S. M. que prevalezca
decreto, como á sus fingidos amigos la Constitución;
ero éstos se miran amenazados de aquél, y el R ey no
í>tá tranquilo con ella. Uno y otros ocultan su inten-
ión, ofreciéndose a l parecer recíprocamente como
uen padre y buenos hijos. La Corte semeja un jardín
orido, pero todos saben que bajo las flores está la cu-
ebra, que al fin morderá al más descuidado.
Él quiere ser Rey absoluto, como puesto por Dios
)ara bien de su persona y de su familia, y ellos quieren
(í) Archivo; 3— 97— 22.
(2) «Compra de la Casa-Palacio y huerta llamada de R ocero,
en las inmediaciones del Portillo de Embajadores, y do-
uación por Madrid á la Reina Nuestra Señora.»
Archivo; 3— 97_23.
Era esta señora Reina D oña María Isabel de Braganza y Bor-
bón, y nos parece este rótulo un soberano, un real borrón del
Sr. D. Fernando VII, que si cometió muchas acciones reprensi-
bles, pocas lo fueron más que ésta, aunque, en verdad, la pagó
con buenos réditos.