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ón debió de ser una reina caprichosa y antojadiza, que<br />

le importaba poco que la tildasen de egoista é interesada,<br />

y que, si sabía que el erario nacional estaba ago­<br />

tado por las guerras y mala administración, ella era<br />

reina de España, y los rumbos tradicionales no habían<br />

de fin ca r al venir S. M. de Lisboa, donde, cuando no<br />

hay brillantes, hay cristales que lo parecen.<br />

Medítese el acuerdo de S. E. del 5 de Abril del año<br />

del primer embarazo, cuando el corregidor interino,<br />

D. León de la Cámara Cano, saltó y dijo:<br />

Que te i Sr. Ministro de Gracia y Justicia ( i) le había<br />

manifestado los vivos deseo s que asisten d la R eina<br />

Nuestra Señora de hacerse con la propiedad de la<br />

casa, edificios y huerta titulada de Romero, en esta<br />

Corte, y que con este motivo debía proceder d su comp<br />

ra el Ayuntamiento para donarlo d S. M . en lugar<br />

de cualquiera otro obsequio que pudiese y debiese hacerla,<br />

á virtud del parto á que está dispuesta por su<br />

embarazo, según se ha acostumbrado en otras ocasiones<br />

y casos semejantes.<br />

Que para que el Ayuntamiento pueda m anifestar su<br />

generosidad con el menor dispendio posible, debía hacer<br />

una exposición a l Rey Nuestro Señor, solicitando<br />

se sirva mandar á el Crédito Público que, sin sacar á<br />

( l ) Uno de los abominables cortesanos de Femando VII,<br />

del que dicea los papeles que ni era togado, ni sabía latía, lo<br />

cual no quita, según el Corregidor, que fuera el hombre á quien<br />

confiaba sus caprichos y exigencias el iris áe paz y astro de benéfico<br />

influjo.<br />

Ahora átenme ustedes esas dos moscas por el rabo: ¿la rein*<br />

era lo que dicen y el ministro también? ¿Cómo, pues, la reina<br />

y el ministro no se repelían? ¿Cómo aquélla se valia de éste para<br />

la pretensión que tenía de que le regalasen un palacio?<br />

Que no se olvide la otra nota, en que se trata de la Sefiora, de<br />

Lozano y de D . Martín Garay, obrando los tres, al parecer, muy<br />

de acuerdo.

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