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los agravios y enderezar los entuertos del atolondrado
Comisario. Parecía amante de la justicia y defensor de
los intereses de Madrid. Sí, sí, mírale á la cara, y saldrás
de dudas.
Quos ego... sed motos prcestat componere Jiuctus. Por
mi tridente... Pero calmemos á los amigos, que es lo que
importa.
Y tras de la Sesión pública de la fecha en que de­
cretó el oficio de Martínez Luna (26 de Noviembre,
trece días después de nuestra desasosegadora renun­
cia), presidió la Secreta , cuyo tenor fué de esta manera:
«El Sr. Eguiluz dijo que tenía que dar cuenta de un
hecho grave que había pasado en su Comisaría con un
empleado que había presentado su dimisión al excelen­
tísimo señor Alcalde, prescindiendo del conducto regular,
que era el Comisario, en virtud de lo cual le baldía
suspendido de empleo y sueldo: que la cuestión era
a de haberse negado á firmar unas cuentas de carpin-
ería de la Escuela y otras varias, después de haber
rmado los partes diarios, dudando de la honradez de
'• S., que dejaba á la consideración de los señores Con­
ejales apreciar lo que hubieran hecho en un caso se-
nejante: que decía á los que reclamaban sus cuentas
'le quería salir con honra, y que no podía permitir
'ie este hombre pasase por encima de S. S., rogando
los señores Concejales que le admitiesen la dimisión
,ue había presentado.*
*^1 Sr. Martínez Luna manifestó que tenía pedidos
ocuraentos á la Comisaría, pero que debía hacer la
^Ivedad de que nunca había dudado de la honra del
'Omisario, ni del Sr. Eguiluz, á quien entregaría la