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siempre debido á una señora, aunque ella no haga por
merecerlo. |0 h, así dependiera sólo de lo escrito que
hemos copiado! Por nuestro honor que no lo daríamos
á luz; que ahorraríamos esa afrenta á nuestra Patria
Pero ¡si hay tanto escrito, y tanto hecho, y escrituras y
certificaciones y protestas, en las que figura doña Isabel
de Braganza y de Borbón, por este deservicio ó deshonor,
que arranca del acuerdo reservado del 5 de
Abril de 1817, que sería completamente inútil nuestro
silencio!
Cuando con el Ministro Romero se hizo esto mismo,
que por escandaloso se puso en manos del Crédito Pú-
biico para que lo deshiciese, el Corregidor, cómplice y
encubridor del robo, se guardó bien de poner al descubierto
al afrancesado que apetecía el negocio, y nunca
sonó su nombre hasta que se leyó al fin en el endoso
de los vales con que se hizo el pago.
Parecía gente de educación. En cambio la grosería
es nota que no falta nunca en estos con quienes andan
en estos tratos Don Fernando y Doña Isabel. Desde
que se inicia la reprobable y reprobada acción, tan afeada
en el ministro del rey intruso, hasta que se termina
con la toma de posesión y la merienda correspondiente;
no hay paso ni incidente en que no suene con todas
sus letras el nombre de la reina, y no salga á relucir su
embarazo, que hacen ocasión del hecho bochornoso.
Pero no le han hecho más favor los que en cambio,
aunque con el mismo bastardo ün, la han realzado sin
medida, sin prudencia y sin fundamento, al hacer la historia
de su breve reinado. ¿Qué fundamento ha de tener la
esperanza de que ella remediaría los males de España,
si fué su Reina sólo veintiséis meses, con no sobrada sa­