1 - DSpace CEU

porque me había enterado que, en recta é imparrial
justicia, debió ocuparla el Doctor D. José Puente, de la
Universidad de Zaragoza, catedrático de méritos sobresalientes,
gloria del profesorado, honra de aquel Centro,
estimado de toda Zaragoza, donde no había
hombre de cuarenta años abajo que hubiera estudiado
allí, que no se quitase el sombrero al pasar por su
lado y no le ofreciera el saludo más respetuoso. En
aquel país se es de otra manera: si el concurso hubiera
sido allí, teniendo Puente la ley de su parte, dado
€l concepto científico que disfrutaba, y aquella respetabilidad
de su persona, ni todos los crausistas de Madrid,
ni todos los masones juntos, le hubieran pospuesto
á Morayta, que de seguro no hubiera ido á Zaragoza,
aunque le apoyara Gil Berges. Madrid tiene
gente ad hoc para todos los que hacen ruido.
Estos son los frutos del sistema inventado para contrarrestar
los nombramientos hechos al capricho del G obierno,
que vienen á ser como huir de Escila para estre­
llarse en Caribdis. Y menos mal cuando los agraciados
son negados, como Morayta. porque éstos hacen pocos
prosélitos, y con los que hagan poco se pierde, poitque
tendrán capacidad á la medida de la del maestro, y ya
sabemos que los secuaces de D. Miguel son de los que
se pasan la vida durmiendo. Por el estilo de D. Miguel
hay otro catedrático en la Universidad Central, de
cuyas enseñanzas se han hecho sabrosos comentarios:
él es republicano, rabiosamente antimonárquico, con
puntas y ribetes de ateo, idéntico, en el fondo y en
la forma, á otro que es comensal frecuente del señor
Maura, pero que en su casa hace elogios de A lfonso
X lll, reza el rosario, y aun hay quien le muerde