1 - DSpace CEU

tador de la Compañía, Francisco Javier, el Apóstol de
las Indias.
La riqueza y el arte reinan en la sacristía con la profusión
que en el templo; pero allí sí, se nota el reinado
de los vándalos: el altar de las reliquias se parece á un
palomar con sólo los nidos, por haberse ahuyentado las
palomas; ¡qué dolor! techos y paredes pintados, cuadros
y espejos, mesas y calajes están borrosos y obscurecidos;
debieron deslustrarlos los jansenistas de Menén-
dez Pelayo por fumar mucho y en pipa. Alguna res­
tauración se nota de estos últimos tiempos; bien están
también allí las armas imperiales sobre la puerta de
sala del centro, y en la antesala, bajo aquella concha
colosal y sobre un lavabo, también se ofrece restaurada
una estatuita de San Francisco.
¿Con que San Isidro el Real?
¡Cosa más extraña! ¡Tanto detalle, tanta efigie, tanto
IHS y M tantos escudos imperiales, y... tanto silencio
del bendito Patrono de Madrid I
Y, sin embargo, mirad al presbiterio; allí está el San­
to Matrimonio; allí el arca de plata que guarda el cuerpo
íntegro é incorrupto del santo Labrador y la urna
con las reliquias de su Santa Mujer. Pero no tiene ni cetro,
ni corona, ni manto, ni signo alguno de realeza;
porque todo eso es farándula y pamplina para engañar
á las gentes; lo que tiene es la aijada para estimular la
yunta, y la pobre anguarina para defenderse del frío, y
las albarcas de labrador, como las nuestras de marras.
Porque era labrador le llama y llamó la iglesia Isidorus
Agrícola.
Kl nos bendiga; pues sabe que lo llevamos en el corazón,
y que le queremos colocar donde Dios dispuso