1 - DSpace CEU

No querían creer que habíamos renunciado: ojalá,
decían; pero ¿cómo ha de dimitir con las circunstancias
que le rodean? No puede ser; sería preciso que estuvie­
ra loco.
— Pues yo lo he oído en el Ayuntamiento.
— Pues yo no lo creeré hasta no verlo (i).
En cuanto oyeron el estrépito del cañonazo ó de la
renuncia, se hicieron una piña alrededor del h o m b r e ,
y, considerándolo explotable, formularon la renuncia
del regente de la imprenta, retrotayendo su fecha á la
de la nuestra.
«Siendo absolutamente imposible al que suscribe desempeñar
su cargo.....por los obstáculos de todo género
que el Director le presenta...... aumentados con las dificultades
sin cuento para la firma de las cuentas, pri­
vándome de los recursos necesarios á los continuos
gastos..... y agravado todo con el oficio que hoy me dirige
el Director, y al que por sus infundadas reconven­
ciones no creo deber contestar...... dimito, deseando
que mi buen nombre quede en el honroso lugar que
siempre ha ocupado. Noviembre 13 de 1877.*
Diz que con esto, se reconciliaron el regente y el
Comisario, que andaban desacordes.
Sobre quién es más testarudo, si el Director,
aragonés, ó el Comisario, vizcaíno.
Testarudo es el Director, com o los de su tierra, dijo
( i) Se fundaban en que no teníamos más que el pan del di*
con cuatro hijos de menos de cuatro años, que hacían oecesaii^
dos amas, una niñera y una criada.