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luna de Valencia. La noche terrible del 2 de Mayo,
horrorosa suposición, bien disculpable por cierto en
roejante fecha, y los demás atropellos referidos, no
uhieran hecho mella en aquellas gentes, para quienes
l odio á los hábitos no admitía razones ni hacían caso
e sacrificios. Y a hemos visto con quién se iba la inmensa
mayoría cuando el otro procurador no opinaba
orno Bringas. Y ello prueba también la virtud de Feriando
VII, siempre dejando hacer, menos ahora que
,uizás por parecerle de la familia los padres de San Gil,
' por acordarse de aquella especie de mondongo que
labrían de hacer cuando lo embalsamaran.... ello fué
que dijo: sea San Gil y fué San Gil. Veamos lo su­
cedido.
*Señor (^i): L a Reforma de San Pedro Alcántara
del Orden de San Francisco, cuando las Fam ilias R eligiosas
de la Corte vuelven en virtud de los piadosos
V religiosísimos decretos de V. M . á ocupar sus conventos,
llenar con ellos los deberes d¡ sus respectivos
institutos y pedir a l Omnipotents sus soberanos auxilios
para el acertado gobierno de V. M . en esta vasta
católica monarquía, es la sola que carece de tan
dulce consuelo, á causa de haber arruinado y arrasado
la brutal mano del enemigo sus dos casas, San
G il y San Bernardina.
La negra calumnia ó el fingido pretexto de que el
primer tiro asestado contra los franceses el dos de
Mayo había salido del R ea l Convento de San G il , f u é
causa para que en la noche de aquel horrendo dia le
allanasen algunos oficiales franceses ■, amenazasen de
muerte á sus individuos, derramase alguno su sangre
al filo de sus sables por resistirse á sus impuros y ne-
(*) Del Archivo de Madrid: 2— 364— 7-