1 - DSpace CEU

misiones, tantas las excelencias de ellos oídas, era natural,
ineludible, incontrastable la sorpresa.
Mas á las escuelas y cátedras cerradas, á las iglesias
sin culto, á las carreras gratis á los pobres y dotes á doncellas,
ya imposibles, como las medicinas á los enfermos,
abrigo y pan á los pobres, todo procedente de las
fundaciones que la caridad había hecho en bien de los
convecinos, se unió el escándalo con que éstos' vieron
que las autoridades se quedaban con las iglesias, llevándose
las alhajas y vasos sagrados, sin respetar las coronas
de la Virgen, la pedrería de las custodias, las cus­
todias mismas, cálices, incensarios, ropas, cuadros, estatuas,
todo, en fin, cuanto constituía su riqueza sagrada
y artística. Unid esto que hace el rey con la aproba­
ción de algunos prelados, y no preguntéis qué piensa
el pueblo de los prelados y del rey. Por si era poco lo
hecho para que las gentes dudasen de su iniquidad, vieron
luego disponer de las propiedades, haciendo de este
convento un cuartel, de aquél una oficina, el otro lo demolió
y los demás se pusieron á la venta en pública
subasta; y por añadidura autorizó el prelado de Toledo,
que decía amén á cuanto el rey pretendía, que el clero se
tiznase con el mismo tizne del prelado y del rey. El ca­
bildo de San Isidro en San Andrés, para complacerlos,
se vino sacando el Santo de su parroquia, donde Dios lo
crió y lo engrandeció y conservó durante siete ú ocho siglos,
á ocupar el puerto de los hijos de San Francisco
Javier, echado de la casa que para su culto se levantó
y que aún conserva miles de notas de la Compañía (i).
( i) Aquel’ os capitulares hubieron de oír que el rey tenía
grandes y generosos proyectos para este cambio.
Hechas las liquidaciones de lo acaparado y vendido de lo»