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«on Sagasta, como á la caasa coa el efecto, y queda
explicado el epígrafe, que parece llamativo.
«La destruccióQ gradual de este tipo de familia (la familia
cristiana formada al calor del Evangelio) empezó
«La obra comenzada en el pasado siglo por regalistas
y jansenistas, continuada luego por los afrancesados,
los ejércitos de Napoleón y otros elementos, penetró
por la labor de las Cortes, la cátedra, el libro, el folleto
y el periódico. E l jurisconsulto D. Toribio Núñez, expositor
de Bentham, declaraba en carta dirigida al fundador
de la escuela utilitaria, que « de la Universidad de
Salamanca habían salido los jóvenes que tanto contribuyeron
después á la organización del Gobierno cons-
titucionaU; que «entre los maestros públicos de la época
que formaron mayor número de estos jóvenes, estaba
el Dr. D. José Domingo Mintegui, que ya el año t3 tenía
un ejemplar de las obras de Bentham», y que «cuando
se proscribió la Constitución de Cádiz, fueron sepa­
rados de la Universidad los profesores, diputados i
Cortes luego, Juan Justo García y D. Miguel Martel*, y
el mismo autor de esta carta.
D. Luis Silvela, dice: «Bentham, cuyasobras parecían
anatematizadas en su patria, y no son leídas ni en Oxford,
donde tomó los grados, ní en las otras Universidades
inglesas; Bentham, cuyo solo nombre pronunciado
por un candidato á beneficio eclesiástico, le ce-
rraría para siempre el camino de los cargos y los hono­
res, resultó de algún modo el legislador de España.
Su nombre y sus obras eran familiares á todo lo