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fundos deseos, los dejasen encerrados gran parte del
siguiente dia , aguardando algunas de sus bárbaras
resoluciones, y para que a l fin los atrojasen de él,
trasladándolos precipitadamente a l del Salvador.
N o olvidados, en su segunda venida, de la calumnia
forjada en la prim era, apenas se ápoderaron de la
corte, cuando se apresuraron d volverlos con mayor
premura a l expresado del Salvador, donde, no bien
habían f i ado los pies, cuando decretaron su extinción,
anticipándala ocho meses á la de todos; y sin darles
más término que veinticuatro horas, se apoderaron de
todo, sin haber podido salvar mueble alguno de los que
les pertenecían, por la responsabilidad que, bajólas
tnás graves p e n a s á todos y á cada uno nos impusieron,
dando principio, á poco, la demolición de San Gil.
Tal, Señor, ha sido la muerte de un convento con
las más vivas ansias solicitado por su piadoso fu n d a ­
dor, el señor D . Felipe 111 , quien se constituyó á s i y
á sus sucesores por patronos., asignó alimentos diarios
en especie, que en lo sucesivo se conmutaron en una
cuota anual pecuniaria, que dicho convento ha percibido
hasta e l año de i8oó.
Erigióle este monarca, con e l objeto de que la servidumbre
del R ea l Palacio tuviese un pronto y f á ­
c il recurso para oir M isa y frecuentar los Sacramentos
de la penitencia y eucaristía. Dos de sus individuos
han sido siempre