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entrar dentro en unidad, que todo lo llena y todo lo
anima, pormenores y conjunto. Es la iglesia más capaz
(i), más admirable, más suntuosa y más... ¿cóm o
lo diremos?... ¿más cristiana?; ¿más mística?; ¿más...
celestial?; ¿más española, de Madrid? No sabemos expresar
lo que sentimos respecto de este, no ya regioi
sino imperial templo.
Mirad, no sólo la fábrica, sino los detalles y la ornamentación;
y toda la variedad que descubráis la halla­
réis tan armonizada, tan una con lo que habéis visto
fuera, que brilla el mismo pensamiento que en el con­
junto, en los detalles. Es un árbol con la unidad de su
raíz, tronco, ramas, hojas, flores y fruto. Pero árbol
místico, nutrido por la abundante sabia de la caridad de
San Francisco Javier; es decir, árbol gigante plantado
en buena tierra y junto á un curso de aguas que sin
cesar absorbe la raíz, produciendo altura , robustez y
corpulencia. Por eso impresiona como una catedral y
por eso gusta tan¿ 3 su grandeza, que traduce con fidelidad
la del Santo de su advocación. ¡Qué rica ornamentación
la de los muros y columnas, sin dejar de ser
sencillal ¡ Qué propio es el dorado que se ve en ellosl
( l) ¿Será una profanación citar aquí un testimonio de que
es la iglesia mayor de Madrid? Es de un cura afrancesado.
Fué el caso, que en 1822 se hubo de celebrar exequias por
las almas de Fermín, Juan y Manuela (Manuel), ó sea de las
víctimas del 7 de Julio, que ya indicamos al principio que fueron
tres; habiéndose brindado á pronunciar la oración fúnebre
uno de los canónigos de aquel nido de jansenistas, como los
llama Menéndez Pelayo. Por eso escrupulizábamos la nota. Era
este canónigo D . Maitín González de Nava, el que fué en representación
del Cabildo á Bayona para votar á Pepe Botellas
para Rey de Espafia, ordenando Murat al Ayuntamiento que le
diese para el viaje 6.000 reales á cuenta de los fondos que po-