1 - DSpace CEU

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dído, ¿había de buscarlos, si la rechazarían por haber­
les afrentado? Pero ella, sin precaución sin malicia,
venida de una aldea á los catorce años, y encontrando
á la serpiente infernal dentro de su casa en amistad
con su tía, quizás narcotizada, ¿pudo ser muy criminal
á los quince ó dieciséis?
Nada supo hacer en Alcalá; triste más por cada día
se vino á Madrid, y la vimos m endigando, enfermiza,
y pronto desapareció; suponemos que en el Hospital
general.
¡Dios es justo y misericordioso!
Desde que aceptamos el cargo, nos persuadimos y lo
dijimos de palabra y de oficio: aquella casa no tiene
vida, si tiene empleados; su muerte es la nómina, vista
la marcha general; la entrada y la salida de los asila­
dos, su existencia, es un pretexto para gastar doscientas
ó trescientas mil pesetas, dándose el pisto de ser ca*
ritativo el .'\yuntamiento, y no tener más ventaja que la
de colocar allí media docena de paniaguados útiles en
días de elecciones. Esto es incontestable, por lo que respecta
á Madrid. No así en Alcalá, porque allá se siente
el benéfico influjo de las Hijas de la Caridad. Cuando lo
conocimos y comparamos ambas casas, dijimos de oficio
al Comisario esta verdad: En el segundo Asilo,
cada cosa ocupa su lugar; en el primero, ninguna está
en el suyo. Allá hay separación de edades y se trabaja;
acá todos están confundidos, y la holgazanería mata á
los hombres y corrompe á los chicos.
Las escuelas y las labores que enseñaban las Religiosas
en Alcalá eran muy útiles para las jóvenes, y el
lavado, cosido, plancha y limpieza, entretenían bien á
las mujeres; y unas y otras, con misa, rosario y paseos,