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ces y copones. L a supresión de la moral de los jesuítas en
las Universidades y en las Cortes de Cádiz, daba abundantes
y ópimos frutos. Los prelados que trazaron la fórmula
del juramento, bailarían horripilantes danzas en
los salones del infierno la noche de 17 de Julio de 1834.
Y aquí tieuen ustedes á D . José María Galdiano
el fundador del Asilo, no de repente, días después,
pero que lo trajo el escándalo del día 17.
E l decreto de María Cristina fué repentino y duro.
E l día 19 mandó cesar al Gobernador y al Corregi­
dor en el acto de recibir los nombramientos. A l Corregidor
le decía que empezase su mando, sin esperar
las formalidades que requería el nombramiento, que
llenarían después (i). Al Capitán general no lo destitu­
yó porque ceñía espada y por no ofender al ejércitOr
que se portó tan decorosamente comiendo el rancho,
mientras los asesinos y los ladrones complacían á las
logias y saciaban su codicia.
Martínez de la Rosa, jefe del Gobierno, estaría haciendo
versos, quizás alguna escena del E dip o, ó galanteando
alguna cortesana.
( i ) «Al Gobernador civil de esta provincia digo, con est*
fecha (19 ), lo que sigue:
Queriendo S. M . la Reina Gobernadora que el Corregidor don
José María Galdiano entre sin dilación en el ejercicio de las
fnnciones del mismo destino, lo cual no podría suceder si hubiesíD
de cumplirse previamente las formalidades establecidas pȒ*
semejante caso; se ha servido S . M . mandar que, sin perjuicio
de llenarlas después, tome posesión Galdiano del C o rre g im ie n to
desde luego, y empieze á desempeñar todas sus atribuciones......
y ha tenido á bien que lo desempeñe en comisión D . José Mari»
Galdiano, Regente electo de la Real Audiencia de Aragón, ^
que despache, bajo el mismo concepto, la subdelegación principal
de Policía de la misma provincia. >